La voz de los pobres 
Por Raúl Mendoza
La Republica 06jul08 

 
Hace años le preguntaron a Gustavo Gutiérrez si tenía héroes que le habían 
servido de inspiración en la vida. Él respondió mencionando a sus padres, a 
algunos teólogos que lo habían convencido con sus planteamientos y a "las 
personas de mi parroquia –en el Rímac–, nombres que para muchos no significan 
gran cosa, pero que para mí son muy importantes". Esa última parte de la frase, 
lanzada con la certeza del que sabe de lo que habla, confirma la esencia de su 
vida y obra: la opción preferencial por los pobres. 
Su pensamiento, innovador y solidario, quedó plasmado en un libro publicado en 
1971, pero que él ya maduraba desde mucho antes: "Teología de la Liberación. 
Perspectivas", en el que planteaba que el mensaje cristiano en América Latina, 
pobre y desigual, debía alcanzar no solo la liberación del espíritu del ser 
humano, sino también la mejora de sus condiciones sociales y materiales. Hoy 
sus ideas siguen tan actuales como siempre. La pobreza, la injusticia, la 
violencia, siempre deben ser combatidas.
El mes pasado Gustavo Gutiérrez, iniciador –junto a otros teólogos 
latinoamericanos– de esta corriente de pensamiento dentro de la Iglesia, 
cumplió 80 años y 50 de sacerdocio. La ocasión fue propicia para reunirse en su 
nombre y para presentar un libro en su homenaje: "Libertad y esperanza. A 
Gustavo Gutiérrez por sus 80 años". En el texto, los amigos y compañeros de 
ruta escriben sobre temas vinculados a su enfoque cristiano: los pobres, la fe, 
la dignidad, los derechos humanos, la construcción de una sociedad solidaria.
"(Gustavo) no es hombre de una fe accidental y transitoria, sino de una fe 
honda, madurada en las páginas de San Pablo, nutrida de las viejas voces con 
que Bartolomé de las Casas –su mentor ideológico– clamó, siglos atrás, desde el 
desierto americano, para que los reyes y los poderosos advirtieran cómo crecían 
en aquellos pueblos, la desazón y el dolor, y cuán difícil era evangelizar", 
comentó Luis Jaime Cisneros, lingüista y amigo del teólogo, la noche de la 
presentación.
En la misma reunión el sacerdote Brian Pierce, llegado desde Roma, habló 
también de las ideas renovadoras que laten en la obra de Gutiérrez: "Los 
escritos tuyos y de otros teólogos nos ayudaban a ver la realidad de nuestros 
tiempos con nuevos ojos. Eran tiempos de mucha vitalidad y compromiso. El 
evangelio se nos hizo vida gracias a ustedes (…). Nos ayudaron a descubrir que 
la Biblia era más que mandamientos y milagros. Era un libro que transmitía 
esperanza y libertad".

TEOLOGÍA Y COMPROMISO
  
¿Qué dice Gustavo Gutiérrez sobre su obra? En una entrevista concedida al 
diario ‘El Nuevo Día’ de Costa Rica –la última que ha dado– en mayo pasado, 
señaló como punto de partida del término ‘Teología de la Liberación’ el mes de 
julio de 1968, en Chimbote. Es decir, este año la denominación para este nuevo 
enfoque eclesial cumplió 40 años.
"Me pidieron hablar de Teología del Desarrollo y me negué. Les dije que 
hablaría de Teología de la Liberación, que era más pertinente a nuestro 
contexto (...). En realidad no pensé escribir un libro propiamente. Uno trabaja 
en los temas que le interesan y que poco a poco van saliendo. Al comienzo de 
1969 una comisión ecuménica sobre temas de desarrollo me invitó a Ginebra. 
Entonces retrabajé la ponencia de Chimbote y así lo seguí ampliando", contó 
sobre su libro capital.
Respecto a su aporte al pensamiento católico, el brasileño Leonardo Boff, otro 
de los padres de la Teología de la Liberación dice: "Pocos son los creadores de 
una ruptura epistemológica. En el campo de la filosofía occidental moderna 
fueron creadores Descartes, Kant, Hegel, Marx, Heidegger. En teología 
destacaron Tomás de Aquino, Lutero, Bultmann, Rahner. Gustavo Gutiérrez abrió 
un camino nuevo para el pensamiento teológico, descubrió una nueva manera de 
hacer teología".

AMIGOS DEL MUNDO
  
He ahí el valor del pensamiento de Gutiérrez. Y ese elogio no es poca cosa. En 
el libro "Libertad y esperanza. A Gustavo Gutiérrez por sus 80 años" otras 
voces también inciden sobre un tema muy caro para él: la amistad. Aquí podemos 
encontrar testimonios como el de los esposos Lorenzo Cosamalón y Marina 
Aguilar, que lo conocen de su paso por la Iglesia Cristo Redentor, en el Rímac, 
un distrito populoso donde Gustavo Gutiérrez no solo hizo trabajo pastoral, 
sino que realizó una intensa labor social que nadie en el barrio olvida.
"El padre siempre manifestó su sensibilidad por las familias más pobres, 
especialmente por los niños. Cuando en 1988 el país estuvo sacudido por la 
crisis económica, el padre Gustavo fue el principal gestor para la organización 
de los comités del Vaso de Leche, los comedores, el botiquín y los desayunos 
para niños. Estas labores no solo las apoyaba con los escasos recursos de la 
Iglesia, sino que se daba tiempo, a pesar de estar ocupado, para visitar los 
lugares donde se desarrollaban", cuentan.
Otros amigos de la Iglesia también reconocen la influencia de Gutiérrez en sus 
propias visiones de la fe. El arzobispo de Tegucigalpa, Óscar Andrés Cardenal 
Rodríguez Madariaga, dice de él: "Tuve la dicha de conocerlo hace 20 años, 
cuando fui elegido secretario general del Celam (...). Fue entonces que lo 
visité en Lima y en un coloquio fraterno nació una amistad que me ha 
enriquecido en mi servicio a América Latina". Y además de sus cualidades de 
pensador y amigo, a Gustavo Gutiérrez también se le reconoce su perfil como 
educador y humanista.
La noche en que el libro en su homenaje fue presentado, Gustavo dijo agradecido 
que la "teología, la reflexión, el lenguaje sobre Dios –que literal y 
etimológicamente es la teología– no tiene sentido si ese lenguaje sobre Dios no 
es comunicado a otros". Él ha dedicado su vida a hacerlo. Y sigue trabajando en 
ello. 

OBRA EXTENSA
  
Gustavo Gutiérrez ha escrito casi una veintena de libros. Entre ellos destaca 
"Teología de la Liberación. Perspectivas", que abrió una nueva veta para el 
análisis del cristianismo en América Latina y causó un gran impacto mundial. La 
obra de G.G. ha sido traducida a 14 idiomas y él ha sido honrado con 19 
doctorados honoris causa. En 1984 fue distinguido como Hombre del Año, por La 
República, y ha obtenido numerosas distinciones similares. El libro ‘Libertad y 
Esperanza’ fue editado por el Instituto Bartolomé de las Casas y el Centro de 
Estudios y Publicaciones. 





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