EL RESPETO DE LA LEGALIDAD E INSTITUCIONALIDAD COMO HERRAMIENTAS
FUNDAMENTALES DE LA DEMOCRACIA

Por Alvaro Arnoldo Araya Alpízar

 

La democracia es ante todo una forma de vida en sociedad que implica respeto
y tolerancia, para encontrar en la institucionalidad espacios para discutir
y elaborar soluciones para los problemas nacionales a partir de las
coincidencias. Esta premisa necesariamente obliga a todos los interesados e
interesadas en fortalecer el sistema democrático y, con un alto grado de
compromiso cívico, las leyes e instituciones constituidas, a garantizar que
sean el Estado de Derecho y las instituciones las que gobiernen, y no los
caprichos de los políticos y gobernantes de turno.

Entonces, el debilitamiento del sistema democrático no  comienza cuando los
actores políticos lo cuestionan, desde diversas perspectivas y con
diferentes visiones, se inicia cuando al calor de la defensa de los
intereses particulares convertimos las leyes e instituciones en instrumentos
de uso y respeto condicionado. Cuando conviene abogamos por la defensa de lo
normado y dictaminado y, cuando no, acusamos de antidemocrático y
obstruccionista al que insta al respeto de la institucionalidad, para
desviar la atención acerca de lo fundamental: el respeto del derecho de las
partes a hacer uso de las herramientas que la misma legalidad e
institucionalidad.

Unos y otros, desde el G39 y los grupos que favorecen la entrada en vigencia
del TLC, no se dan por enterados de las advertencias que hicieron
oportunamente el Partido Acción Ciudadana y otros grupos político-sociales
acerca de los cuestionamientos que hizo la Sala Constitucional sobre el
proyecto “Ley escoba de las leyes de implementación del TLC”. De igual
manera, cierran sus oídos para hacer las correcciones oportunas que hagan
innecesaria la “consulta de constitucionalidad”, por lo fundamentado. ¿Por
qué si el interés es que entre en vigencia a la mayor brevedad el TLC no
escuchan y corrigen lo pertinente? Paciera que hay un entendimiento turbio
para introducir en la mencionada ley normas y procedimientos que beneficien
el desarrollo de sus empresas e intereses. ¿Por qué ahora algunos
empresarios, dizque defensores de la institucionalidad, se suman a la
campaña contra el PAC en lugar de defenderla? ¿Por qué la Asamblea
Legislativa para su mejor funcionamiento, como dice la “Dip. Morales”,
requiere consultar a los beneficiados de la ley sobre que incluir y que no?
¿Por qué tanta insistencia en introducir en la ley de referencia normas y
requerimientos no obligatorios para la entrada en vigencia del TLC? ¿No será
que hay mucha plata de por medio y que los interesados e interesadas la
ponen al servicio de la campaña de desprestigio contra el PAC, como
lubricante para obligar al silencio por aquello del precio
político-electoral?

La delegación del Poder conferido en un proceso de consulta ciudadana a
determinados actores políticos  no los faculta para imponer dictatorialmente
sus decisiones e intereses, obligando a la oposición a hacer caso omiso de
la misma legalidad e institucionalidad que los llevo al Poder. Vista así la
democracia, pareciera que no es otra cosa más que utilizar la legalidad e
institucionalidad para gozar de los beneficios que implica el haber obtenido
el Poder. Es decir, para los que así piensan, los procesos de consulta
popular –sea cuales sean- no son otra cosa más que una aprobación o
desaprobación del derecho de los elegidos para que hagan y deshagan, según
sus intereses.

Entonces, hoy más que nunca, se hace necesario que las leyes y las
instituciones sean reconocidos como los límites y garantes del ejercicio del
Poder, si lo que se quiere en verdad es que conservemos, como sociedad, la
democracia como forma de vida.

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"Grande es la coherencia, pero aún más grande la verdad, desde un punto de
vista práctico, cuando se es consecuente siempre, sin dejar que el silencio
venza la verdad".

 

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