La absurda medida de la Municipalidad de San Ramón de alquilar un local por un millón de colones mensuales y pagar su reparación con recursos municipales para promover un programa de cultura en tiempos de crisis y necesidad social
Carta abierta al Concejo Municipal de la Ciudad de San Ramón ¿Cuáles son las prioridades en momentos de crisis? Por Alvaro Arnoldo Araya Alpízar ¡Que tristeza cuando en el cumplimiento de las funciones públicas no se tiene certeza de lo prioritario e importante en un determinado momento y lugar! Escribo a menudo sobre el tema a propósito del despilfarro y la corrupción, y por más que quieran hacer para tapar las sinvergüenzadas, las pruebas no solo quedan, sino que se multiplican porque existe una cultura institucionalizada sobre el uso de los recursos públicos, al mejor criterio político, por aquello de los votos necesarios y el reconocimiento histórico. De qué sirve una casa de la cultura con banda incluida, o los proyectos de vivienda que se anuncian para atender las necesidades de gente pobre, si el precio es callar el despilfarro que se hace con el alquiler de un local por un millón de colones para un proyecto de cultura, importante, pero por más que se quiera justificar no es prioritario. Con un millón de colones mensuales, se podrían hacer tantas obras de interés social. Así por ejemplo y para iniciar: ¿Qué es más importante hoy un programa de atención integral de la gente que vive en la calle o un programa de cultura? ¿No les duele en el alma gastar tanto dinero en alquileres y reparaciones de un edificio privado, cuando en Bajo Tejares y otros caseríos hay familias que carecen de recursos para atender sus necesidades básicas de techo, alimentación, educación y salud? Sres. Regidores y Sras. Regidoras me he caracterizado por pagar mis impuestos y compromisos municipales oportunamente porque he confiado en ustedes la administración objetiva y técnica de los recursos. Y debo decirles que me he sentido muy orgulloso cuando ustedes hacen buen uso de los ingresos municipales. Y que esa buena administración, que quisiera fuera la tónica en la mayoría de los casos, es un privilegio compartirla, como munícipe que soy. Sin embargo, esas buenas prácticas y disposiciones para cumplir con el deber encomendado, no se dan con la permanencia deseada. Ustedes se burlan de todo y de todos, cuando justifican la necesidad de alquilar un local para desarrollar un programa de cultura, por aquello de la historia y lo hecho como pueblo en el campo de las letras, las artes y la música, cuando se olvidan en el San Ramón que vivimos y tenemos hoy, a pesar de añoranzas y sueños de lo que podemos ser. Porque primero debemos atender lo urgente. Y por más que nos guste la iniciativa, nuestro pueblo, la mayoría de la gente que paga impuestos y tributos, merece ser considerada en sus intereses, necesidades y aspiraciones colectivas. La lacra de la corrupción se debe a la mentira, al despilfarro presupuestario, a la falta de controles, al temor por denunciar y a una alta dosis de complicidad de los actores sociales, políticos y económicos. Por las experiencias vividas, ustedes debieran tener la inteligencia para aprender y destacarse por su buen juicio a la hora de aprobar un presupuesto, un programa, una obra de interés comunal . Cuando ustedes hacen caso omiso de esos antecedentes y las necesidades prioritarias de las mayorías porque tienen el poder de decidir, se quedan sin autoridad, sin representatividad... Hoy San Ramón pide, por favor, a gritos mayor seguridad ciudadana, mejor sanidad ambiental, más atención para las personas en riesgo social Cerebros y conocimientos sobran. Hace falta despolitizar la toma de decisiones, para que las prioridades de la gente pasen a ocupar el primer lugar de la agenda. Somos un pueblo culto, productor de cultura y de la buena en sus diversas manifestaciones, pero no por ello debemos olvidar lo que somos hoy. No somos un municipio con superávit, y si somos un pueblo con necesidades pendientes de solucionar. El San Ramón histórico, que hoy algunos utilizan para justificar el pago de semejante ofrenda a la pobreza fue ante todo una comunidad solidaria. Nuestros abuelos no fueron ni ávidos, ni pretenciosos en sus logros culturales . Leyeron poesías y tocaron guitarras y acordeones en pulperías, iglesias, turnos y parques. Lisímaco y nuestros grandes poetas aceptaron su realidad histórica y nuestros antiguos regidores, incluidos los ejecutivos municipales, entendieron las prioridades de su misión. Y mientras ellos se dedicaron a multiplicar las creaciones culturales, estimulando la iniciativa popular, sin más inversión que las veladas artísticas en escuelas y colegios. Sin embargo, hoy ustedes, cuando muchos padecen de frío porque no tienen techo, nos pretenden convencer de que para hacer cultura son necesarios lugares y alquileres suntuosos. Llevamos invertidos no se cuantos millones de colones en el alquiler del mencionado local y mientras tanto, en todos los distritos, barrios y caseríos nuestros niños, niñas, adolescentes y adultos esperan oportunidades de trato equitativo en su aspiraciones e intereses culturales. La cultura es y debe ser de todos porque todos la hacemos y la construimos en el día a día, y en consecuencia no debe ser promovida como logro y derecho de minorías mediante programas con sede única. ¿Y algunos de ustedes hablan de obras sociales en el campo de la vivienda para compensar el uso de recursos municipales en un programa de cultura? Estaría muy orgulloso de semejante iniciativa si viviéramos tiempos de bonanza y habría que decidir entre la construcción de un kiosco y una casa de la cultura, pero esa no es la realidad. De nada vale luchar por agrandar el acerbo cultural de las y los ramonenses, en el marco de la iniciativa comentada, si la obra a realizar, justamente no es la prioritaria socialmente. Se lastima el alma de los más pobres y necesitados, que ven en la opulencia del edificio alquilado una burla, y más que eso un desprecio para su condición de vida geográfica, social y económica. Y si de justificaciones históricas es el asunto, nuestra historia nos ha enseñado que las mejores construcciones han y son producto de la inventiva popular, en barrios y caseríos. Los damnificados del incendio de Bajo Tejares, de por si marginados por su condición de pobres, por lo cual los políticos tradicionales no dan nada, sino es cambio de votos, levantaron sus casas hoy consumidas por el fuego y ahora necesitan de soluciones de vivienda, y no de oportunidades para desarrollar los talentos musicales de sus hijos e hijas ... Es un asunto de prioridades y punto. Los ramonenses somos inteligentes. Siempre ha habido talento para la música, las artes y la poesía a pesar de la dispersión geográfica de los creadores y esto es fruto del trabajo y el esfuerzo común de educadores y promotores culturales en las comunidades. ¿Por qué no replantear el programa de cultura municipal para coordinar acciones con instituciones educativas y organizaciones de la sociedad civil? Para hablar de prioridades sociales hay que conocer la realidad comunal y las necesidades de la gente, más allá de nuestro interés cultural. Tenemos uno de los índices más altos de grupos culturales y deportivos del país. Eso somos sin pagar alquileres de un millón de colones por mes en cada distrito. A mi, ni a la mayoría de los munícipes del cantón se nos ha consultado en torno a semejante abuso con los recursos muncipales ¿Y saben algo, Sres (as) regidoras (es) los padres y madres sin techo, alimentación y abrigo de Bajo Tejares no tienen, no pueden entender eso de cambiar tractores por violines, porque lo que tienen es miedo de que sus hijos se enfermen si llueve, porque tienen frío y hambre? Y eso es lo que les interesa ¿No es acaso una gran burla, para la inteligencia ciudadana, que nos hablen de la inexistencia de recursos para atender una emergencia social, como la conocida en Bajo Tejares y que por otra parte se haga tal despilfarro en el alquiler de un local (un millón de colones) y que como agregado se inviertan miles de colones en su reparación? Y no solo eso, que se haga una fiesta para inaugurar el programa, con la presencia del Señor Presidente de la República, que de por sí ha dado ejemplos reiterados de desinterés en combatir el despilfarro en la administración de recursos públicos. ¿Puede acaso el pueblo tener esperanzas en que el desarrollo de este y otros programas sean sujetos de consulta con organizaciones diversas de la sociedad civil? Y si así es, ¿por qué no promueven un programa de consulta ciudadana permanente que sea de obligatoria observancia en la argumentación y toma de decisiones municipales? Finalizo esta mi carta pública, sres (as) regidores (as) diciendo, como comencé: ¡Que tristeza cuando en el cumplimiento de las funciones públicas no se tiene certeza de lo prioritario e importante en un determinado momento y lugar! "Grande es la coherencia, pero aún más grande la verdad, desde un punto de vista práctico, cuando se es consecuente siempre, sin dejar que el silencio venza la verdad".