DEL SEÑOR OSCAR ARIAS Y SUS TRUCOS

 PARA OCULTAR LA REALIDAD DE SU GESTIÓN

A propósito del Discurso del Señor Oscar Arias con motivo de su tercer año
de desgobierno

Por Alvaro Arnoldo Araya Alpízar

 

II PARTE

 

La seguridad en Costa Rica, siguiendo el cuestionamiento del discurso, está
lejos de ser el paraíso que los Arias nos quieren hacer ver. Las
inseguridades son tantas que la inseguridad ciudadana ante la delincuencia
se convierte en parte de ese todo de angustias y necesidades sociales
insatisfechas. En el discurso del Señor Arias se hace del arresto del
delincuente un gran logro, mientras los delitos se multiplican, los jueces
carecen de armas legales para encarcelar y los ciudadanos viven encerrados
en sus propias casas, con temor a caminar por las calles. La cantidad de
policías de repente se convierte en la fuente de la nueva seguridad
ciudadana, reemplazando el compromiso comunitario. Presumiblemente esa, la
seguridad fantasiosa de los Arias, que dicen ser la de todos las y los
costarricenses, es la que disfrutan ellos y los empresario-políticos de su
entorno, lo que convierte a la inseguridad ciudadana en otros de sus
“negocios electorales”, donde también existen claros intereses y propósitos
económicos, para hacer “productiva la seguridad” la lucha contra la
delincuencia y el crimen organizado. Entonces, no es de extrañar, como se
inflan los precios de los servicios de seguridad privada, mientras se abruma
a hogares y negocios con la urgencia de buscar y encontrar formas de
protección de la delincuencia.

 

¿Cómo los Arias se atreven a falsificar la historia de nuestras necesidades
educacionales insatisfechas a la luz de sus compromisos electorales, si la
realidad es evidente y delatora de su mentira? Su concepto de “educación
para todos” es la antítesis de la realidad nacional. Es lo contrario de lo
que muestran las estadísticas con más y más desertores de educación
primaria, secundaria y menos oportunidades en la educación superior pública.
Y se atreve el Señor Oscar Arias a hablar de una falsa mejora en la calidad
y competitividad de la educación pública frente a la educación privada, en
momentos que los mercados de la oferta y demanda de educación privada han
convertido los “títulos universitarios” en un bien más de la libre demanda
no regulada. Al contrario de la retórica de la falsa mejora en la calidad de
la educación pública, lo que existe es un deterioro marcado de los servicios
educativos del Estado y una desregulación gubernamental acelerada de la
supervisión de los privados. En esta dirección, todo hace pensar que el
discurso de compromiso con la educación pública se expone para ocultar el
compromiso electoral de los Arias de alcanzar la asignación presupuestaria
del 8% del producto interno bruto para este sector. Y no satisfechos con
incumplir con sus promesas de campaña, hoy como ladrones y desfalcadores del
voto ciudadano, justifican en el marco de su Plan Escudo la reducción del
presupuesto de la educación superior pública.

 

Por otra parte, es importante subrayar que los Arias, sin duda, han
aprendido a utilizar las emergencias nacionales, para hacer campaña
electoral, promover el clientelismo y forzar el asumir de compromisos ante
las urnas. De igual manera, aprendieron –como en el caso de Cinchona- citado
en su informe que los mercados libres que tanto defienden, también tienen
sus espacio en la administración de los recursos públicos, para que los
jerarcas hagan uso de su poder privatizador de las asignaciones de
contratos, basado en el uso de información confidencial y el establecimiento
de compromisos previos. Esos libre-mercaderes de la solidaridad social que
“actuaron” en el marco de la Comisión de Emergencias y por supuesto con
motivo de las Asambleas Distritales del PLN, lo hicieron con tanta
impunidad, que con “pistola del hambre en mano”, es decir alimentos, no
pensaron dos veces para pedir un voto a cambio de un diario o un bono de
vivienda. Y tal incautación de la dignidad humana por los Arias es llamada
eficiencia. 

 

Todo esto, dicho como reacción al discurso de los Arias, se queda corto ante
lo no reconocido y expuesto como responsabilidades gubernamentales y
realidad nacional. Tal pareciera que el discurso no fue otra cosa más que
una estrategia para urdir modos de amañar escenarios de prosperidad y la
urgencia de continuar lo realizado, describiendo condiciones para crear
ventaja en la discusión electoral de su abanderada Chinchilla o de su
incondicional Araya. La corrupción denunciada día a día, semana a semana,
mes a mes, no fue un problema reconocido, ni tratado a profundidad. El que
los corruptos denunciados hayan sido, o sean parte de su equipo de gobierno,
incluidos los que utilizaron recursos destinados para los pobres en
contratar músicos o darse “almuerzos de lujo”, pareciera no les preocupa
mucho porque “todo se puede justificar como parte del sacrificio y la renta
económica necesaria para servirle a la Patria”. Estas críticas el Señor
Arias las califica de “mezquinas” porque aduce regalar su salario, sin
reconocer las múltiples ventajas adquiridas para sus negocios, desde y con
las estrategias económicas del Gobierno. Un ejemplo es el pago de propaganda
con recursos públicos para vender el etanol que producen sus empresas.

 

Entonces, ¿qué significan en el mundo fantasioso de los Arias atención
responsable de problemas nacionales? ¿Será distraer la atención ciudadana de
la realidad económica cotidiana que afecta la capacidad de compra de los
salarios y el costo de la canasta básica, con la solicitud de apoyo para
tramitar un nuevo paquete fiscal que se sacaran debajo de la manga en los
próximos días?. Todo esto se presenta dando “señales dedistas de elocuencia
en su lucha para poner a los ricos a pagar impuestos como ricos”, cuando en
verdad se ha promovido y promueve la acumulación riqueza-propiedad por parte
de unos pocos. 

 

El discurso presidencial y el mismo plan de gasto público anunciado, hacen
pensar  únicamente que las vacas monetarias del Ministerio de Hacienda hoy
están más flacas que nunca. Y en consecuencia, para seguir “metiendo gato
por liebre”, el Gobierno Arias apelará, como en otros tiempos electorales,
al despilfarro de recursos públicos para fortalecer programas sociales e
infraestructura, con claros y evidentes propósitos electorales.

 

"Grande es la coherencia, pero aún más grande la verdad, desde un punto de
vista práctico, cuando se es consecuente siempre, sin dejar que el silencio
venza la verdad".

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