Saludos a todos.
    Normalmente, en esto de la política lingüística, los lingüistas actuamos como una 
especie curiosa: los hurones cazados.
    Quiero decir: cuando llegan los nacionalistas, los doctos académicos de la lengua, 
los desinformados, los promotores de lucrativos cursillos de inglés y tantos otros 
sectores, suelen decir "así son y deben ser las cosas en la lengua". Y entonces, como 
hurones, les desmontamos sus argumentos, porque la verdad experimental muestra que el 
signo lingüístico es convencional, de modo que nada está "prohibido" para entenderse y 
muy pocas cosas son obligatorias al comunicarse.
    Pero nos convertimos en hurones cazados, puesto que ofendemos al orgullo de casi 
todos; ofendemos a los nacionalistas catalanes al indicar que lo hablado en el reino 
de Valencia no es una variedad del catalán, sino un dialecto balcavarés independiente 
del catalán estándar. Y ofendemos a los valencianos cuando indicamos que no hay 
separación geográfica, funcional o diacrónica que permita considerar al valenciano y 
al catalán como dos lenguas diferentes. Se trata de dos variedades mutuamente 
independientes de la misma lengua: el lemosín, sudoccitano o balcavarés. Además, se 
mezclan fluidamente en la frontera isoglótica, como pasa casi siempre en estos casos, 
como pasa en los dominios de las lenguas y dialectos vascuences, como pasa en el 
tránsito del gallego al portugués, o del serbio al croata.
    Científicamente hablando, los conceptos de "lengua" y "dialecto" son sólo 
aproximativos, pero útiles como aproximación. Es lengua todo sistema de habla 
mutuamente ininteligible con otros; las lenguas se definen por ininteligibilidad 
mutua, y eso da al menos tres mil quinientas lenguas habladas en la actualidad. Es 
dialecto todo sistema de habla que procede de otro. Entonces, ¿es el castellano un 
dialecto del latín? Sí, y también lo es del extinto riojano (lengua vascuence sureña), 
pues sin lenguas vascuences sureñas no pudo surgir el castellano. También es el 
castellano un dialecto del árabe magrebí, del beréber norteño, etcétera. Por otro 
lado, el haitiano es un dialecto del francés, como también en menor medida un dialecto 
del castellano, del inglés, del yoruba y del taíno. Es una lengua distinta del 
francés, pues es ininteligible con ella. ¿Seguro que es ininteligible con ella? En la 
medida en que el francés de Haití simplifica su fonética y su morfología se acerca 
mucho al haitiano, y en la medida en que el hatiano toma elementos de la fonética, el 
vocabulario, la ortografía, etcétera, del francés estándar, se acerca mucho a él, de 
modo que con frecuencia la comunicación entre un nativo de lengua hatiiana y un 
haitiano de habla predominante francesa es fácil; incluso es fácil con frecuencia la 
comunicación entre un quebequés y un haitiano medio.
    La cosa no acaba aquí, ¡porque también el francés de la República Francesa es un 
dialecto del haitiano! En efecto, la influencia del haitiano en el vocabulario del 
francés europeo es cosa evidente, y también su inspiración de ortografía fonética para 
arreglar la penosa ortografía francesa europea.
    Y, hoy, todas las lenguas son semánticamente dialectos del inglés, de modo más 
intenso (alemán) o menos (francés).
    En el habla popular, si se quiere evitar el conocido efecto peyorativo (y a menudo 
imperialista) del término "dialecto", es mejor llamar "lengua" a toda variedad 
lingüística. Así, el valenciano, el español, el murciano, el quebequés, el flamenco, 
el "alemanisch" de Suiza, el turco, el portugués, el gallego, el lisboeta, el serbio, 
el croata, el serbocroata, el árabe. el argelino, el maltés, etcétera, son lenguas. La 
denominación es así obviamente contradictoria, pero no peyorativa.
    Lo que pasa, desde la ética (que no es directamente objeto de la lingüística) es 
que los usuarios de cualquier variedad de comunicación oral tienen derecho a 
utilizarla de modo independiente en lo oral y en lo escrito respecto a cualquier otra 
variedad de comunicación oral. Pero hay poderosísismos intereses económicos, étnicos, 
religiosos, históricos, militares, culturales, etcétera, en subordinar (y finalmente 
eliminar) ciertas variedades de comunicación oral. Como esto, lógicamente, levanta las 
protestas de los usuarios vejados, se suele recurrir a una ficticia declaración de 
"unidad en el buen uso" (completamente antiexperimental y anticientífica) para imponer 
la unidad lingüística y proscribir, sobre todo en el registro escrito o culto, el uso 
de las variedades "incorrectas". Pero no hay ningún sistema de comunicación oral 
incorrecto; todos ellos tienen plena eficacia comunicativa sin necesidad de seguir 
normas foráneas.
    Y de una lengua pueden surgir dos, pero igualmente dos lenguas pueden confluir en 
una sola.
    Veamos, como ejemplo, la tajante afirmaciòn de Alounis sobre la conflictiva 
relación entre valenciano y catalán. Dice Alounis que "Éste último asunto se acaba de 
zanjar con el "pacte per la llengua" que a mí me parece bien, pero que demuestra 
claramente que la solución es política, no científica.". Pues le parecerá bien o le 
parecerá mal, pero el hecho, un hecho y no una opinión, es que el tal pacto no ha 
cerrado la brecha, pues sigue habiendo numerosos separatistas lingüísticos que no han 
aceptado el tal pacto (un pacto básicamente pancatalanista, basado en las "Normes de 
Castelló"). Lo que pasa es que, para no sufrir disonancia cognoscitiva, Alounis 
intenta parcialmente adaptar la realidad a sus deseos, negando o minimizando la 
realidad del pujante separatismo lingüístico valenciano. No me voy a creer que Alounis 
se acabe de enterar, precisamente por el mensaje que ahora escribo, de la realidad del 
independentismo lingüístico valenciano (Real Acadèmia de Cultura Valenciana, Lo Rat 
Penat, etcétera). Ni me voy a creer que, según Alounis, la Real Acadèmia de Cultura 
Valenciana haya aceptado el "pacte per la llengua". Hay separatistas lingüísticos en 
el reino de Valencia, como hay unionistas lingüísticos en el reino de Galicia, 
unionistas que declaran o intentan la unidad del gallego y el portugués en una sola 
lengua. Gallego y portugués pueden acabar formando dos lenguas diferentes, o pueden 
reducir aún más sus ya pequeñas diferencias mutuas. Lo mismo con catalán y valenciano; 
hoy por hoy, la distancia lingüística es semejante en ambos casos.
    Los intereses polìticos de los lingüistas los llevan con frecuencia a deformar 
total o parcialmente la verdad de los hechos, llegándose a aberraciones como que el 
árabe es una sola lengua, o como que a ambas riberas del Miño se hablan dos lenguas 
romances diferentes. Pero el laboratorio y la observación de campo no mienten; por eso 
la lingüística es, "arrogantemente" (con la arrogancia de los hechos, sí) una ciencia 
que establece clasificaciones aproximadas y relativamente válidas de lenguas y 
dialectos.
    Finalizaré diciendo algo bastante silenciado por numerosos intereses: el conflicto 
lingüístico es un hecho intrínseco a las lenguas reales. No hay plena armonía nunca en 
una lengua real. Se puede declarar a los lusistas gallegos "traicioneros corruptores 
del gallego", o a los valencianistas del separatismo lingüístico "contrarios a las 
conclusiones de la ciencia sobre la unidad de la lengua catalana", pero el hecho es 
que nunca la lingüística establece que las normas correctas deben ser unas u otras, y 
que lo que sí establece es que precisamente el conficto normativo y formativo es lo 
que hace evolucionar a las lenguas. Sin conflicto no hay cambio. Negar o reprimir el 
conflicto y el cambio es edificar cadáveres lingüísticos como el "latín moderno" y el 
esperanto, que no son lenguas.
    Un rato complicado sí es lo que acabo de escribir. La lingüística no es simplista. 
Intenta ser realista, aproximarse a la realidad.
    Pero de manera simple y no simplista os resumiré lo esencial.
    1) Los conceptos de "lengua" y "dialecto" son siempre relativos y cambiantes, 
útiles como clasificadores, nunca absolutos o esenciales.
    2) Todas las lenguas y dialectos tienen la misma infinita capacidad comunicativa y 
la misma dignidad de uso.
    3) Todo dialecto o toda lengua pueden usarse y escribirse sin subordinar sus 
normas a otra variedad lingüística más extendida.
    4) La lingüística no establece lo que debe ser, sino solamente lo que, de modo 
empírico y aproximado, es.
    5) Todas las normas, prescripciones, imposiciones, rebeldías, etcétera, de la 
lengua, son posibles, y ninguna es necesaria.

    Posdata: ¡tiene gracia que a mí, por ser obviamente antinacionalista, me acusen de 
ser anticatalán! Pues no, padre: Jacinto Verdaguer y Raimundo Lulio expresan bien, 
respectivamente en catalán y en mallorquín, los hechos más elevados de la cultura en 
balcavarés. Tanto me resbala un Estado catalán (o valenciano, o balear, o español, o 
mundial) como me interesan las lenguas y las culturas de esos territorios. Eso incluye 
a la catalana Federica Montseny, que se expresó en castellano.
    Mi menosprecio por lo que se suele entender como nacionalismo (catalán o no) está 
bastante claro, sí. Alguno se va a acabar enterando de la diferencia entre ser 
antinacionalista y ser anticatalán.
    De Alexandre Xavier Casanova Domingo.


----- Original Message ----- 
From: "Maldyn" <[EMAIL PROTECTED]>
To: <[EMAIL PROTECTED]>
Sent: Monday, April 01, 2002 11:06 PM
Subject: [ideoL] Una pequeña aclaración


Ireh ed aran / Hola a todos


Siguiendo el consejo que Pablo hacía en su mail, muy sabiamente por cierto, intentaré 
ser lo menos polémico posible.

Ésto no es ninguna respuesta a nada en concreto, aunque pueda usarse como una 
aclaración para personas como Alexandre, que piensan que todos los que defendemos el 
catalán como lengua madre de sus respectivos dialectos queremos anexionarnos al País 
Valencià y el resto de zonas catalanoparlantes. Yo personalmente estaría a favor de 
una independencia para Catalunya si se pudiera conseguir de manera democrática y 
pacífica (es decir, imposible hoy por hoy), pero eso no significa que quisiera obligar 
a los valencianos y valencianas a unirse al territorio catalán. Eso sería una 
demostración de centrismo, sería actuar como lo hizo en su momento el Reino de España 
al obligar a los catalanes a pertenecer a su estado. Sólo digo porque no creo que 
ambas ideas deban ser asocidadas tan a la ligera, pues en las palabras de Alexandre 
tiende a haber un menosprecio por todo lo catalán que le hace olvidar las diferencias 
entre los diferentes conceptos que critica.

Respecto a las islas baleares, Andorra o la Catalunya francesa, pienso lo mismo. La 
idea de "els Països Catalans" yo la veo como una simple manera de referirse a todos 
los territorios donde se habla el catalán, no a una unidad política real como muchos 
imaginan al leerlo.

Por lo tanto, agradecería que no se hicieran dichos comentarios jocosos que tanto 
gusta de hacer Alexandre, y un poco de seriedad y respeto por las opiniones de los 
demás, que el mundo hay muchas maneras de verlo, y ninguna es más buena que la otra.

Sin más, se despide




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"Eiltusk olië nulúsk darië"




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