|
Es normal, pienso, que en una comunicación tiene que haber quien pregunta y quien responda y es por esto el título de esta participación. "Dime" y -si puedo- te "Diré"-. Por eso "Dimes y diretes". Es difcil, en una nueva publicación, encontrar objetivos de, por ejemplo, querer marcar unos criterios, sociales o políticos, pretendiendo crear una nueva mentalidad. Yo participaré, mientras pueda, en dar opiniones en los temas que más conozco.
Y como llevo cuarenta y dos años de profesor en Vitoria-
Gasteiz, me gustaría comenzar, y continuaré con este tema varias veces, con algo que les digo a los-las alumnos-as del Centro donde imparto clases. A los años que tienen estos alumnos, 16-18 años, ya no hay ni tontos ni listos, sino más o menos inteligentes. Porque, si nacen así -por desgracia-, tontos son los que tienen dos enfermedades asociadas, la "idiocia" y la "imbecillitas". Es verdad que hay quienes, sin haber nacido así, se comportan como tales. Esto es mucho peor.
Las gentes somos más o menos inteligentes. Y esto es, lo de la inteligencia, algo que puede mejorarse si se ponen los medios para aprender a relacionar lo que se está estudiando. Aprender para saber algo me parece, esto les digo, una tontería; hay que aprender para desarrollar las cualidades personales que cada uno tiene. Si a un joven de 10 años se le ata de pies y una mano a una silla, desarrollará la otra mano, la que está suelta. Y de ahí sale un monstruo. Y aquí, -perdonen algunos- es clarificadora la coprolalia. Suelo decirles que hay una proporcionalidad descrita así: K/C:D/E, que aclarado quiere decir que la K, caca, es a lo que se come C, como la duda D es a lo que se estudia E. O sea, así como el que no hace caca, si come, hay que llevarle al médico, habrá que llevarle a algún especialista a quien estudia -a cualquier edad- y no tiene dudas.
Hau izan da nire lehenengo artikulotxoa Gasteizko egunkari berri honetan
Gisasola. | 
