Esto es muy Offtopic pero vale la pena leerlo, nos llega a todos los cubanos
Por Oni Acosta Llerena
http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/07/23/hurgar-en-las-causas
Hace días que estoy por escribir este artículo, y cual trabajo del más
exigente orfebre lo he redactado más de un millar de veces en mi cabeza,
tratando de buscar las palabras exactas, sin temor a equívocos, tratando
igualmente de no herir innecesariamente, y lo más trascendental: lograr ser
objetivo desde mi punto de mira. Y es aquí donde la ola se rompe, pues con
sana y necesaria franqueza, la objetividad en el ejercicio de la crítica es
una cuestión bien cuestionable, al menos para mí.
Mucho se ha hablado, y se seguirá haciendo, sobre la música cubana y su
¿matrimonio? con los medios de comunicación en nuestro país. Y pregunto:
¿Reflejan nuestros medios, al menos los más populares (radio y TV) la
grandeza de la música que nos une? Mi respuesta es no, sin vacilar, pero
tampoco he sido el descubridor del fenómeno en cuestión; más allá de uno,
dos o hasta tres culpables, valdría la pena repensar si lo que estamos
validando hoy, no se convertirá en el fatal boomerang del futuro,
culturalmente hablando.
Hace unos pocos días, conocí a través de un amigo y artista argentino, la
disposición judicial y aduanera en la Argentina, que regula sobre la salida
del país del instrumento musical más típico en su historia musical: el
bandoneón. Es decir, no puede sacarse así como así un bandoneón de aquel
país, sin debidas y justificadas razones, ya que eso atentaría en contra de
su cultura popular y, por ende, podría significar a largo plazo un cáncer
cultural que, dada mi comparación, tendría efectos irreversibles para los
creadores de la milonga y el tango. Dicho de otro modo: tango y milonga se
quedan ahí, a donde pertenecen por derecho propio, junto a Piazzolla y
Gardel, quien quiera verlos tendrá que ir, irremediablemente.
En los grandes y pequeños shows turísticos de la mayoría de los países
sudamericanos, con honda tradición folklórica, se consume merengue, plena,
bomba, vallenato, cumbia, calipso, rancheras, reggae, salsa, joropo, bolero,
danzón. Si comparamos, la respuesta que muchos de Uds. darán al respecto no
atentará contra la mía.
¿Entonces qué pasa en Cuba? ¿Por qué esta total indiferencia cultural y
mediática?
Creo que habría que analizar, en primer lugar, el hecho de la pirámide
social cubana, la cual está invertida -desafortunadamente- desde hace unos
pocos años, y que más allá de dañar el bolsillo del cubano profesional y
trabajador, repercute de forma introspectiva y retrógrada en la formación de
verdaderos valores artísticos. ¿Quiénes frecuentan los centros nocturnos
cubanos? ¿Acaso médicos, periodistas, poetas, ingenieros, profesores,
ejecutivos? Sabemos que no.
¿Hacia quiénes van dirigidos los chistes de sub-mal gusto de muchos de estos
lugares? No hay que dedicar cinco o seis largos años de carrera para darse
cuenta del fenómeno en cuestión, como tampoco de una lamentable regla entre
la oferta y la demanda: el que paga, manda. Y aquí radica uno de los puntos
neurálgicos del problema, pues desde esos malos chistes, la decoración y
hasta la mala música ofertada en disímiles lugares, estos están diseñados
para satisfacer a aquel cliente de bajo nivel, que quiere verse reflejado en
cada una de esas propuestas y, donde, por desgracia, es mayoría la que
asiste. Paradójicamente hay una minoría que asiste pero como grupo
minoritario, no dicta sus patrones culturales y de gusto; es la misma que
levanta día a día el sueño de país que queremos mantener. Es por ello que la
marginalidad, la "guapería", las malas palabras y demás, repletan la inmensa
mayoría de los centros nocturnos de La Habana.
Otro factor a tener en cuenta, es la no presentación en hoteles (al menos en
La Habana, donde vivo) de orquestas bailables de primer nivel. ¿Qué
propuesta cultural como país le hacemos a quienes nos visitan buscando
desesperadamente la Isla de la Música, si no la hay en sus hoteles? ¿Será
verdaderamente corrupto? ¿No hubiera sido inteligente derogar también esa
absurda y anacrónica prohibición? Músicos cubanos recientemente nominados al
Grammy Latino, como Eliades Ochoa yVan Van, inalcanzables ejemplos de
cubanía y autenticidad, ¿no pueden tener un show en alguno de estos
conocidos e importantes hoteles? Ahora bien, si me dijeran que por el
contrario, estos artistas no actúan en hoteles pero que el visitante los
puede encontrar en otros espacios, me estarían haciendo el mejor cuento para
niños jamás escuchado. ¿Quiénes inundan los mejores espacios nocturnos de la
ciudad? No son los Van Van, ni Aragón, la Camerata Romeu, ni Yoruba Andabo,
ni Ernán López-Nussa, ni Anacaona. por desgracia. Es penoso y vergonzoso
recrearse leyendo en alguna publicidad callejera en cualquier esquina de La
Habana los impronunciables nombres de quienes actúan en nuestra ciudad,
salidos quizás del imaginario creativo de Jim Henson; creo que nada tienen
que envidiarle a la saga de los Muppets aquellos que se inmortalizan en lo
nocturno de nuestra ciudad.
Por mi trabajo, recibo a diario muchísimos demos de diversos proyectos de
cualquier parte del país. Casi todos tienen una fatalidad mortal: no tienen
empresa. Trova, danzón, jazz, clásica y más, se derrumban ante la pujante
selección natural de las especies, llevada a cabo por nuestras entidades,
por desgracia. Como normativa para evitar el intrusismo profesional, se
llegó al acuerdo de que en los medios de difusión cubanos no podrían ser
entrevistados aquellos músicos que no pertenecieran a ninguna empresa
artística, o centro de la música. Válido, para preservar nuestro patrimonio,
¿pero otro cuento de hadas? ¿Cómo es posible que graduados de escuelas de
arte lleven años tratando de pertenecer a una empresa, para poder trabajar y
ser entrevistados para difundir su arte, y no puedan? Pero el fenómeno se
torna más preocupante cuando todos los cubanos vemos a diario con bombos y
platillos en TV u oímos en la radio, a Rin Tin Tin el Látigo del Diezmero
hablando de su nuevo video clip, la grabación de su nuevo CD y un concierto
en el Salón Rojo del Capri, y ¡con empresa además! Es entonces cuando lo que
se creó para buscar justicia y equidad, se torna un lastre, un freno, un
antro de vicios y contradicciones para con la música genuinamente cubana.
¿Saben Uds. con qué vergüenza debo decirle a un excelente trovador de Ciego
de Ávila que no puedo llevarlo a mi espacio de TV, porque no tiene empresa?
¿Saben aquellos que torturan a la música cubana cuánto esfuerzo le llevó a
la Revolución formar un músico, para que no pueda formar su propio proyecto
con calidad? Valdría la pena debatir si estamos abogando por el facilismo,
por el no paso por escuelas de arte, o si estamos proponiéndole a los
jóvenes que el camino más fácil será recompensado.
Otro punto es la visualidad, el hecho que pasa inadvertido para muchos, o al
menos eso parece. Hace unos meses se desató una polémica en torno al
compositor Osmani García, a raíz de un tema suyo llevado a cuanto termómetro
televisivo apareció en su camino, pero ¿fue Osmani quien organizó esta
campaña? ¿Es Osmani García dueño de los medios de comunicación de nuestro
país? Hasta ahora creo que no, si no han cambiado las cosas. Pero el garrote
cayó sobre Osmani cual feroz espada de Damocles, en él se expiaron todas las
culpas habidas o por haber, como reza el dicho. Ojo: zapatero a su zapato,
por lo que no debe culparse al autor en cuestión de que su tema fuera
divulgado hasta la saciedad en los medios. ¿Por qué entonces botamos el sofá
en este caso? ¿Quién permitió y autorizó la salida en TV de ese tema, el
propio Osmani? ¿Quién sacó de contexto un clip cuya pretensión era ser
exhibido en lugares específicos para un público reducido y adulto, y no en
la TV nacional? Cuidado, no confundamos responsabilidad y ética con
ignorancia, ni nos limpiemos de polvo y paja como si el clip hubiera llegado
solito y caminando al master para ser transmitido, y se hubiera insertado él
mismo y sin ayuda de nadie en la máquina reproductora. Pero a estas alturas,
otro cuento de hadas no vendría nada mal.
Pero así sigue sucediendo, y no cambia nada. Muchas casas discográficas se
quejan de la desleal competencia audiovisual; de hecho muchas están
produciendo DVDs de conciertos, documentales, más no video clips, en
respuesta -quizás- a la sequía de premios que han obtenido en los Lucas por
años. ¿Es justo que veamos y consumamos lo que no nos representa, ni es
grabado por las disqueras cubanas? ¿Es fidedigno el panorama audiovisual que
nos ofrece nuestra TV con lo que suena realmente en Cuba? Por supuesto que
no. ¿Por qué prohibir un clip como Ser de sol, de Buena Fe, acaso las
telenovelas cubanas no abordan ya la homosexualidad como si viviéramos en
Holanda?
Alguien dijo recientemente que la mayoría de los clips cubanos reflejan
cubanía. y discrepo. La mayoría de estos aluden a escenarios nada cubanos,
ni realidades: el uso exacerbado de la violencia visual como código bien
arraigado en culturas ajenas son parte del cliché que martiriza al clip en
Cuba, como escenas de mafiosos con guardaespaldas, ¿o debía mejor decir que
son copias idénticas del trabajo de músicos como Don Omar o Wisin y Yandel?
No creo que el uso de sobretodos, gabardinas, chaquetas de cuero, armas, el
crudo invierno, la calefacción, escaleras de incendios y demás, definan
nuestra insularidad y nuestro ardiente verano y potencien al clip cubano
como una verdadera reafirmación cultural. Por supuesto, hay propuestas bien
robustas en cuanto al desarrollo de otro lenguaje visual, justificado, con
una fortísima dirección de arte, y de actores, pero son las menos exhibidas,
las menos vistas.
Es menester saber que músicos de amplísima trayectoria como Rubén Blades,
afirman que miran la música cubana con respeto; así lo dice igualmente
Gilberto Santa Rosa, lo dijeron en su momento Ralph Mercado y Tito Puente,
lo confirman Julieta Venegas, Zucchero y Fito Páez ahora en La Habana. Lo
plasmaron hace más de una década Win Wenders y Ry Cooder. Diego el Cigala
lamenta no ser cubano, y Herbie Hancock reverencia a Chano Pozo y a Chucho
Valdés. Fernando Trueba no niega su amor por nuestra música, y Claudio
Abbado no puede dirigir sin que haya cubanos en sus orquestas. ¿Por qué
entonces, sabiendo de estas y otras anécdotas, miramos hacia fuera y no
hacia dentro? ¿Tendrá razón Buena Fe cuando afirma que tiene un catalejo que
mira hacia la Luna y Plutón, pero no puede ver su meñique del pie?
Hay quienes juegan con fuego cuando de música se trata, pero recordemos
quiénes salen corriendo primero del barco cuando este se hunde.
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