DE PRESIDENTE DE LA UCAL A “CANILLITA”.

FROM PRESIDENT OF UCAL [COMBATIVE COTTON PEASANT
FARMERS COOPERATIVES OF THE 70S] TO STREET VENDOR OF
NEWSPAPERS

Hace dieciocho años, tan sólo, don Francisco Kolaja –un descendiente de
eslovacos con 62 años sobre sus espaldas- estaba sentado, con traje y corbata,
presidiendo la asamblea anual ordinaria de UCAL en su carácter de presidente de
la entidad madre de las cooperativas chaqueñas. Afuera de la sala había mucho
movimiento y el olor al tradicional asado invadía el salón de reuniones.
Escuchando la lectura de la memoria y balance estaba atentamente don francisco,
 al lado de un alto funcionario del gobierno provincial, invitado especialmente
 para tan importante acontecimiento para las cooperativas algodoneras.

               Los fotógrafos de los diarios lo apuntaban y la luz de sus
flashes lo encandilaban, pero Kolaja ya se estaba acostumbrando a eso.

               Este pasaje de la vida de aquel antiguo productor
cooperativista, casi veinte años después, se ve opacado por una cruda realidad:
 hoy, aquel viejo dirigente, ya encorvado y con dificultades en su cintura, se
bate a duelo por subsistir cada día en las calles de la ciudad voceando el
diario NORTE, matutino que desde hace cuatro meses vende, “sólo para tener unos
 pesitos para que mi señora y yo podamos subsistir”, manifiesta.

               La historia del cooperativista que para sus vecinos y amigos “es
 toda una institución” está plagada de ricas anécdotas, desde sus primeras
armas  como dirigente, su labor como productor agropecuario donde dejó gran
parte de  su vida, su paso tanto como vicepresidente de la Cooperativa Sáenz
Peña y luego  como titular de UCAL hasta su actual profesión: canillita.

               Francisco tiene 62 años y tres hijos. Hace tres abandonó su
campo ubicado en Pampa Loca “porque no tenía semilla ni para sembrar media
hectárea y del gasoil mucho menos”, afirma, y se radicó en la ciudad.

               Cobra una jubilación de 160 pesos mensuales. “¿Qué me va a
alcanzar con esa platita?, por eso salgo a vender diarios”, dice mientras
cuidadosamente arma un cigarrillo. “Pero el papel y el tabaco no me faltan”,
bromea, y enseguida disparó que uno de los mayores disgustos que el hombre de
campo tiene es que “sistemáticamente se le miente ó se lo hace esperar como
pasó con la segunda parte del Crédito de Honor...”.

               “Encima que no hay rentabilidad, que el clima nos castiga como
fiera, el agricultor tiene que soportar que algunos funcionarios le hagan el
verso”, expresa.

               Kolaja sindica a Alfredo Martínez de Hoz, el ex ministro de
Economía de la Nación de la dictadura delincuencial impuesta por el golpe
militar del 24 de marzo de 1976, como “el iniciador de la entrega de la Patria,
 de los productores y de los bienes del Estado”. Aduce que durante su gestión
“en mi caso particular, teniendo más de cien hectáreas para
DOS/02201/ARGENTINA/.....sembrar y vivir holgadamente, comencé a tener
problemas de todo tipo que me llevaron a hipotecar mi título”. “A este
personaje innombrable lo siguió no hace mucho este señor que se llama Carlos
Menem, que regaló YPF, las telefónicas, el correo y cuanta empresa del Estado
había, y hasta el petróleo que hay debajo de nuestros pies ya no es argentino”,
 añadió tajante.

               “Un sinnúmero de cosas me han obligado a abandonar el campo y
venirme al pueblo, aquí por lo menos vendiendo diarios le puchereo”, manifesta
orgulloso de su nueva ocupación.

               “Ayer me fui al campo donde nacieron mis tres hijos, y cuando
toqué esa tierra que tantas veces le pasé el arado, me puse a llorar”, cuenta.
Es que allí, en Pampa Loca, está gran parte de su vida. Ahora uno de sus hijos
vive en ese lugar. “Y los vi a los nietitos, corriendo por el campo, venían con
 un balde de leche recién ordeñada y dije gracias, Dios, que por lo menos hay
una vaquita”.

               En medio de la emoción que le significa contar todo esto, no
oculta el mal momento que les toca vivir a sus hijos. “El chango mío que está
en el campo no cena nunca, la mujer le hace mate cocido con leche a los chicos
y si sobra, toma algo él... Eso no pasan los señores diputados ni los 
senadores... ¡Qué injusticia social, hermano, esto te puede llevar a una
depresión!”, sentencia, para luego consolarse: “Tengo una profunda fe, creo en
Dios y en la Justicia Divina, y por eso prefiero morir peleando y no
arrodillarme”

Néstor Miguel Gorojovsky
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