Cdes. and friends,

What follows is a fast recount of the main instances where the "progressive"
Radical party showed its truly reactionary, proimperialist character. It was
drafted by a Peronist, but there is nothing but the truth in what follows. The
menacing hue of the text gives an idea, BTW, of the kind of reaction that the
appointment of López Murphy is beginning to generate.


RADICALES Y DICTADURA 


(apuntes para el debate) 


Por Horacio POGGI


 



 El 17 de octubre de 1945 un radical discriminador, Roberto Sanmartino,
inaugura  el gorilismo contemporáneo denominando ³aluvión zoológico² al pueblo
que  recuperó al coronel Juan Perón de las garras oligárquicas. Mientras que
los  radicales yrigoyenistas agarraban la bandera azul y blanca y se sumaban al
 movimiento revolucionario en marcha, los correligionarios de galera y bastón
ese día que cambió la historia contemporánea, elegían la basura minoritaria,
liberal y asesina para siempre. 
 
 Estas líneas escritas con la bronca militante que provoca un gobierno
entreguista y gatopardista como pocos, que continúa sepultando a la Argentina,
no pretenden reeditar antinomias arcaicas. Pero ya se torna insoportable la
mugre que desparraman los radicales. Por eso, es hora de recordarles quién es
quién todavía en la Patria. Ellos que han logrado imprimir en los manuales
tergiversadores del pasado reciente que son los garantes y paladines de la
democracia, la paz y la libertad, forman parte de la peor calaña que ha servido
 a la imposición del coloniaje en todos los órdenes de la vida local. Un poco
de  memoria. 
 
 Derrocado Perón, durante la tiranía de Aramburu-Rojas el radical Raúl Alconada
 Aramburú ocupó el ministerio de represión Interior y toda la UCR avaló, apoyó
y  alentó a los monstruos de la Operación Masacre, a la Junta Consultiva y a la
 derogación de la Constitución de 1949. 
 
 Cuando en 1963 se produce una restringida salida electoral, los milicos
colorados, es decir los gorilas, proscribieron al peronismo. La UCR se presentó
 igual a las elecciones y Arturo Illia con el 22% de los votos usurpó la
Presidencia. ¿Eso es honestidad? Sí, los demócratas radicales le han levantado
el monumento a la honestidad a un Presidente ilegítimo que no permitió que
Perón regresara al país. ¿Acaso no fue el radical demócrata Zavala Ortiz el
encargado de detener en Brasil el avión que trasladaba al General? 
 
 Cuando en el 66 le pegaron un boleo a Illia en el medio del tuje, rompiéndole
la imaginaria primavera democrática que sólo existía en las mentes hijoputescas
 de los proscriptores e intolerantes, el radical demócrata Arturo Mor Roig
ocupó  la cartera de represión Interior durante el período del general radical
­dicho  sea de paso- Alejandro Agustín Lanusse, destructor del Ejército
Argentino y  enemigo principal del peronismo desde las Fuerzas Armadas en
connivencia con  muchos ³compañeros² que la jugaban de duros... 
 
 Frustrado el Gran Acuerdo Nacional (GAN), la llamada ³revolución argentina²
tuvo que desempolvar las urnas y el peronismo gobernó en medio de una guerra
civil entre 1973-1976, prolongada hasta 1980. El jefe radical democrático
Ricardo Balbín que lloró ante el féretro del Presidente Muerto, vendía terror
con el verso de la ³guerrilla fabril² y se quedó sin soluciones siete meses
antes de los comicios ya convocados. Y fue más lejos al asegurar que los
políticos no daban un apoyo explícito a la dictadura en ciernes: ³nuestra
complicidad es el silencio². Y esta otra frase célebre: ³Videla es un general
de la democracia². 
 
 En los prolegómenos del asalto diseñado por el delincuente financiero Martínez
 de Hoz, el senador nacional radical y democrático Fernando De la Rúa afirmaba
que no se violaban los derechos humanos en Tucumán. Ricardo Alfonsín se
dedicaba a asesorar a los facciosos antiperonistas del ERP. El grueso de la
dirigencia radical y democrática, entretanto, trabajaba con prisa y sin pausa a
 favor del golpe. 
 
 El 24 de marzo de 1976 los militares acompañados por un sector significativo
de  la civilidad, derrocaron al peronismo. Justo es recordar que gobernaba el
peronismo en ese entonces, les guste o no a los que han hecho del
derechohumanismo una ideología que subestima y tergiversa el gobierno
constitucional de Isabel Perón. Ningún peronista bien nacido justifica ni la
tortura ni la desaparición de personas ni el robo de bebés ni la entrega del
patrimonio nacional. El 70% de los desaparecidos ha quedado demostrado que han
sido delegados obreros. Lamentablemente, nadie lo dice con todas las letras. ¿O
 acaso en los años de plomo el grueso de la masa trabajadora profesaba otra
doctrina que no fuese la peronista? 
 
 Sucede que el peronismo no organizó una defensa sistemática y global de los
compañeros nuestros que están desaparecidos. Es doloroso confesarlo pero es
así. Entonces parece que, con una profusa propaganda detrás, únicamente los
radicales, comunistas, trotkistas y socialistas han tenido desaparecidos. Se
sabe que en cuestiones de derechos humanos jamás debe primar la razón 
ideológica. Pero los otros partidos que sufrieron pocas caídos parece que han
sido los mártires de la tragedia. Todos, absolutamente todos los argentinos
padecimos en mayor o en menor medida, en uno u otro bando, la desgraciada 
pérdida de seres queridos. 
 
 Sin embargo, el peronismo fue el que más sufrió y el radicalismo el que más
colaboró con los dictadores de turno, y en el Proceso ni hablar (ver el libro
³La complicidad², de Carlos O. Suárez, ediciones Siena-Palabra Argentina,
2000). Los comunistas merecen un análisis aparte por su abierto servicio a
Videla-Martínez de Hoz, por la venta de cereales a la Unión Soviética. Los
editoriales de La Vanguardia, donde escribía el actual funcionario de la Ciudad
 Autónoma, Norberto LaPorta, es otro caso particular a estudiar con
detenimiento  porque, además, los socialistas tan democráticos ellos pusieron
el embajador  argentino en Lisboa... 
 
 El compañero Mario Eduardo Firmenich acaba de recordar que en 1978 Alfonsín
quería ser primer ministro de la tiranía aprovechando su íntima amistad con la
hiena Albano Harguindeguy. Y tras el desastre posmalvinas, fue el mismo
Alfonsín quien imaginó otra salida elegante del Proceso con Illia al frente del
 Poder Ejecutivo. 
 
 En 1983, instalado en la Casa Rosada, el radical democrático, colonial y
gorila  de Alfonsín se las ingenió para hacer de los derechos humanos una
política  audaz aunque errónea porque si hubiera sido efectiva, las heridas
estarían  cerradas y la reconciliación sería un hecho concreto. ¿Ya nos
olvidamos de los  versos alfoncínicos, de sus alharacas antigolpistas, de sus
acusaciones a  imaginarios fascistas que colocaban bombas en las escuelas? ¿Ya
nos hemos  olvidado de su teoría de los dos demonios? ¿Ya nos hemos olvidado de
sus  payasadas de ³democracia o dictadura²? ¿Ya nos olvidamos de la persecución
que  sometió a dirigentes peronistas, a los sindicalistas, a los militares
malvineros, a la Iglesia? ¿Nos olvidamos de La Tablada? ¿Nos olvidamos del
aumento de la deuda externa, de la inflación galopante, de su prepotencia
discursiva? ¿Y los cantitos de Franja Morada ³Perón, Evita, devuélvannos la
guita²? 
 
 El alfoncinismo jamás garantizó ninguna democracia social y participativa. No
dejemos pasar por alto semejante idiotez. En todo caso fue el garante de una
democracia colonial a la medida y semejanza de los grupos económicos que siguen
 mandando a su gusto y placer, y que durante la administración alfonsinista esa
 democracia (sin nada de demos) jamás estuvo en peligro. Con sus eufóricas
arengas socialdemócratas, el parlanchín de Chascomús profundizó las divisiones
internas (otra de sus maniobras dialécticas estuvo centrada en su seudolucha
contra las corporaciones) y nos condenó a la disolución nacional dejándonos sin
 moneda, sin Estado y con hiperinflación. Seis meses antes se fugó ­dicen los
³indulgentes² que por un golpe de mercado, para dejarlo a salvo de tamaña
responsabilidad que le cupo en ese período repudiable-. En realidad, Alfonsín
cayó envuelto en su propio desastre gubernamental e institucional. 
 
 La soberbia terminó derrumbándolo y arrastrando tras de sí a la ³gloriosa
Coordinadora². Pero hubo lucha en la calle, hubo 13 paros, movilizaciones,
recuperación del pensamiento nacional en las organizaciones populares. Hubo
peronismo aunque profanaran la tumba del General y le cercenaran sus manos;
peronismo movilizado hasta la victoria de Carlos Menem. En el 95 la
Convertibilidad se convirtió en una trampa y el PJ nacional asumió en plenitud
el proyecto neoliberal. 
 
 Ahora, la Alianza gorila, incorpora al radical democrático Ricardo López
Murphy  en el ministerio de Economía trayendo a la palestra a viejos
colaboracionistas  y exponentes de la puta oligarquía. Otra vez en la foto
aparecen Manuel  Solanet, ex secretario de Hacienda de Galtieri; el ex
gobernador bonaerense  procesista Jorge Aguado; Guillermo Nielsen, ex asistente
del economista  dictatorial José María Dagnino Pastore; y empresarios y
banqueros como Roggio,  Bulgheroni, Sacerdote, Artana, Amalita y tantos más,
que forman parte de la  Fundación de Investigaciones Económicas
Latinoamericanas (FIEL), la cantera  inagotable de ideólogos liberales de López
Murphy. 
 
 En este mundo farandulizado y mediático, con su rostro de bull dog hambriento,
 el flamante ministro, amenaza meterles miedo a los estatales, a los
desocupados, a los desesperados, mediante nuevos ajustes. Pero es un dócil que
sigue con la característica y previsible fidelidad de FIEL los designios de
los que nos tienen atados con la deuda externa y el saqueo de la riqueza
argentinas. Vamos a ver qué cara va a poner el bull dog dentro de algunos meses
 cuando reventemos las calles con millones de hombres, ancianos, niños y
mujeres  a los que todavía nos sigue dando el cuero y el amor (perdón,
Carlino). 
 
 No se va a reír, claro. Nosotros tampoco.


Néstor Miguel Gorojovsky
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