Recientemente Lina nos proporcionó valioso material sobre la evolución
reciente de la situación política cubana. Pero el que más ha contribuido en
ese esfuerzo ha sido Melvin Sáenz, Les dedico a ambos este envío: una
crítica a la situación polìtica, social y económica de Cuba, con perspectiva
de izquierda moderna, realizada por una distinguida intelectual cubana,
Soledad Cruz, que ha sido entre otras cosas, Embajadora ante la UNESCO.
Dice el texto:


*El revolucionario riesgo de la verdad*



*Soledad Cruz*

Kaos en la Red



Mejor sirve a la patria quien le dice la verdad. Esa es una de las máximas
martianas a las que me aferro, aunque me ha costado caro en mi larga
militancia. No digo que tenga la verdad absoluta, que no existe, ni sea
poseedora total de la verdad dialéctica que suele ser escurridiza, me
refiero a la vocación de decir lo que veo, los hechos, que como dijo Lenin,
son testarudos, a mi pequeña verdad individual nutrida de las otras verdades
que día a día me trasmiten mis compatriotas. Pero sucede que en el
periódico, al que estoy vinculada desde el año 70 no puedo hacerla pública
porque entre las taras estalinistas de las cuales no ha podido librarse el
socialismo cubano está el mantenimiento de un periodismo al margen de la
dinámica de la vida, de los conflictos naturales de la convivencia social,
de ese entramado complejo que es pretender una sociedad más justa, siendo un
país pobre, bloqueado, frente a un mundo que después de finalizada la guerra
fría involuciona, salvo en algunas zonas como América Latina, donde ha
vuelto a levantarse la bandera de la esperanza, entre otras razones por la
ejemplar resistencia de la Revolución Cubana.

Pero esta paradigmática revolución, a la que le debo lo mejor de mi misma,
está amenazada y puede ser reversible, como ya alertó Fidel en su discurso
de la Universidad de La Habana en el 2005, no sólo por la agresividad cierta
del enemigo sino por los problemas internos que aunque él mismo los habló
con el mejor espíritu revolucionario, no se debatieron en aquel momento,
siguen gravitando en la vida nacional mientras el estudio de sus causas se
prolonga y los métodos emergentes que se emplean para solucionarlos no
demuestran una comprensión cabal de en que fase está la sociedad, ni del
cambio de mentalidad imprescindible para que el proyecto se mantenga a largo
plazo.


La lectura de un artículo firmado por Katerinjuk en Rebelión sobre la
situación en las antiguas repúblicas socialistas del este y la propia Rusia
me ha desatado los demonios de la angustia y la responsabilidad moral.
Primero, porque visité algunos de esos países y desde los años 70 ya los
niveles de inconformidad con el sistema eran tales que era previsible lo que
sucedió después o al menos que, así, como era en aquellos lugares no podía
ser el socialismo. Pero se guardaba silencio sin tener en cuenta que
silenciar los problemas reales es la mejor forma de hacerlos mayores.
Segundo, porque a pesar de las peculiaridades cubanas, encuentro, percibo,
en nuestra sociedad disgustos similares y no únicamente por las carencias
materiales que podrían ser comprendidas en el contexto internacional, sino
por apelar a fórmulas simples para enfrentar mecanismos complejos de la
sociedad y los individuos.


En Cuba la mayoría de la población quiere salvar la Revolución a toda costa.
La mayoría inteligente sabe que no puede esperar nada mejor del capitalismo
y mucho menos de los Estados Unidos o de los atorrantes de Miami. Agradecen
y respetan el liderazgo de Fidel y toleran no pocas decisiones desacertadas
por gratitud y sabiduría, pero como reza un dicho popular, hay que vivir y
si para hacerlo no te alcanza el salario tienes que inventar lo que sea y de
ese aspecto salen muchos de los males de la sociedad, pero también de que el
estado benefactor insiste en resolverlo todo de una manera centralizada y no
permite, ni propicia mecanismos alternativos para, según la iniciativa
personal y la creatividad de cada cual la gente se gane su vida. Parece una
derrota ante el capitalismo recurrir a esos métodos, olvidando que hay
fenómenos de la economía que no son ideológicos, sólo que el capitalismo se
ha apropiado de ellos que ha sabido usarlos para su expansión perpetua y
para transformar a gran velocidad sus fuerzas productivas.


Elementalmente nadie puede negar que hay que producir, hacerlo con
eficiencia y tener ganancias que sólo en el socialismo pueden tener una
distribución social más justa para intentar igualar a las personas en el
bienestar y no en la pobreza. Pero incluso, en los países socialistas que
lograron cierto nivel de vida había una ansiedad por posibilidades que
inexplicablemente no ofrece el socialismo y están más relacionadas con el
campo espiritual y con lo individual que se sacrifica en nombre de la masa
sin tener en cuenta que esa masa está formada por individuos.


En el plano social las personas necesitan sentir que participan realmente en
las decisiones que se toman en como conducir la sociedad, que son escuchadas
y tenidas en cuenta; en el plano individual las personas necesitan sentir
que son dueñas de sus vidas y estas no son propiedad del estado aun cuando
apoyen a ese estado. Los que dirigen, elegidos por esas personas, aunque
tengan las mejores intenciones, no pueden olvidar que su razón de ser es lo
que sienten, piensan y necesitan sus electores. Pero como el socialismo se
ha dado en una lucha enconada con un sistema enemigo que quiere
desaparecerlo, esos principios primarios de la existencia humana quedan en
un segundo plano y la participación de las personas se reduce a cumplir,
apoyar lo que se decide arriba y eso, además, les quita verdadero sentido de
responsabilidad con lo que ocurre en la sociedad.


Muchos de los ciudadanos de las ex repúblicas socialistas que encontré en
París, en mis tiempos de Embajadora ante la UNESCO reconocían los problemas
duros de sus sociedades, pero alegaban que estaban en París, había sido su
decisión personal, aunque trabajaran de meseras o de albañiles en la
construcción, otros que estaban sólo de visita decían que ni soñar con ir a
Paris en el socialismo. Hay miles de terrícolas en el capitalismo que no
pueden ni soñar con ir a Paris, pero no les está prohibido y ese es un matiz
que los políticos que quieren inclinar el mundo hacia el socialismo tienen
que tener en cuenta. Y en realidad esas medidas tienen más que ver con un
tipo de mentalidad simplificadora que con problemas que afecten a la
sociedad socialista, que tiene que ser de libre elección y no obligatoria,
porque cuando se trata de obligatoriedad a la larga sucede lo ocurrido en
todo el este europeo.

Por supuesto que Cuba tiene un enemigo tan poderoso como para tener una ley
que acoge a todos los cubanos que lleguen a territorio de E.U y brindarle
todas las facilidades para establecerse, lo cual no hace con el resto de los
emigrantes, pero la manera de sortear ese ataque no puede ser que los
cubanos, como si fueran párvulos, tenga que pedir un permiso de salida de su
país, amigos o familiares tengan que comprar una carta de invitación para
que puedan viajar al extranjero, tengan que pagar un impuesto todos los
meses para poder permanecer hasta o­nce y obligatoriamente regresar o son
declarados emigrantes y nunca más, salvo casos humanitarios, pueden volver a
vivir en su país. Eso estaba justificado con los burgueses que se fueron,
con los contrarrevolucionarios que atentaron abiertamente contra la
Revolución, pero no con las nuevas generaciones de cubanos, nacidos y
criados en el proceso revolucionario que reconocen y- el estado también- que
se trata de emigrantes por causas económicas y no políticas, que quieren
buscar algún dinero y venir a gastarlo con su familia en Cuba, o emplearlo
en mejorar su casa. Pero incluso 5 años después del retiro hay que pedir
permiso al antiguo centro de trabajo para tramitar cualquier viaje personal.

De ningún país del mundo se puede salir al exterior si se tiene deudas,
causas pendientes con la justicia o cuando se manejan informaciones que
afecten la seguridad nacional, pero convertir un viaje en una verdadera
mortificación, en un suceso humillante que niega el derecho a pagar un
pasaje, ir y volver, me parece un problema evitable cuando en el país
circulan divisas, buena parte de los cubanos tienen familiares o amigos en
el extranjero que pueden proporcionárselas, algunos incluso las ganan dentro
del país, o pueden convertir el peso cubano en divisa de manera legal. Se
evitaría una molestia a los ciudadanos si los trámites fueran los comunes en
cualquier lugar y quienes negaran las visas fueran los otros países, aunque
para ello haya que tener un dispositivo especial para evitar infiltraciones
del enemigo, que estaría mucho más justificado que ese aparato burocrático
que se presta a sobornos y que incomoda a cualquiera con la sospecha de las
razones de viaje y el temor a que la gente se quede.

En caso de que alguien se quede entonces comienza el vía crucis para los que
se quedaron, porque los que se quedaron tienen que volver a pagar la casa, o
la parte de la casa que su padre o su madre compraron al estado socialista
en precios muy bajos, pero fueron los precios establecidos y sufren una
multa, un impuesto como si fueran responsables de la decisión del que se
quedó. Es kafkiano, como lo es también que si los padres mueren, los hijos
tienen que volver a pagar la casa para permanecer en ella y que la casa o el
auto no se pueden vender aunque se pudran de falta de mantenimiento porque
las personas no tienen recursos para mantenerlos y necesitan vender para
poder continuar su vida más reducidos o menos cómodos.


Entonces surge el problema de la propiedad y no hablo de la explotadora
privada, sino de la personal, adquirida con el trabajo. Nada es
verdaderamente tuyo, tú no puedes decidir por ti mismo si viajas, si cambias
de casa, si vendes el auto y todo eso es para evitar que los sectores
enriquecidos ilegalmente se apropien de lo mejor del patrimonio o puedan
adquirir cosas que en tiempos mejores el estado facilitó por méritos
laborales, pero a quien se está lacerando es a esos ciudadanos, que dadas
las circunstancias, intentan buscar solución a los problemas económicos que
el estado no puede resolver, aunque se esfuerce y tenga la voluntad de
hacerlo. Es otra camisa de fuerza y una vez más se acude a la
simplificación. Porque el estado, como en cualquier parte del mundo, puede
beneficiarse si cobra impuestos por cualquier transacción de esas, incluso
se los puede poner al comprador para defender al de menos posibilidades,
porque lamentablemente los de mayores posibilidades económicas no son los
científicos que hacen vacunas, ni los campeones olímpicos, ni los héroes del
trabajo, sino los que a pesar de todas los decretos y regulaciones se han
enriquecido ilícitamente o tienen entradas del exterior muy grandes.

Si los burócratas que deciden esas medidas, que carecen de base socialista,
porque vulneran derechos elementales reconocidos desde el famoso manifiesto
comunista, se platearan soluciones de fondo a los muy complejos problemas de
la sociedad cubana, diseñarían fórmulas más apegadas a la situación actual
que no es la de los años 80, por tanto realistas y como realistas
revolucionarias, y digo burócratas porque estoy convencida que si Fidel y
Raúl conocieran esas medidas y como se aplican, estoy segura que no podrían
dar su apoyo y por eso la gente que cree lo mismo, dicen deja que ellos se
enteren, pero el socialismo no puede depender de dos, tres personas, cuatro
o diez que tengan la lucidez de entender que muchas medidas de esas son
interpretadas como modos de molestar y fastidiar todavía más el difícil
cotidiano.


Y no lo digo por cobardía para eximir a Fidel y Raúlde responsabilidades
sino porque como ciudadana de este país he escuchado a Fidel decir que el
socialismo es una agrupación de voluntarios cuando el éxodo de Mariel y a
Raúl que los frijoles son tan importantes como los cañones en plena crisis
de los 90, para citar sólo dos ejemplos de realismo político. Por eso no
puedo imaginar que comulguen con esa lista de medidas vejatorias que
incluyen las regulaciones en las relaciones con los extranjeros.


Nunca he leído en el periódico Granma que no se puede llevar en el auto a
extranjeros, ni se pueden hospedar a los amigos que nacieron en otros lares
en la casa. Pero si llevas a extranjeros en tu carro puedes tener una multa
de 1 500 pesos y si se quedan en tu casa por el estilo, salvo que pidas una
autorización que no siempre es concedida. Es una forma de evitar el tráfico
de drogas, las prostitución, de hacer que la divisa llegue directa a manos
del estado que la emplea en garantizar la salud y la educación, una cuota
mínima de alimentos subvencionada y miles de ventajas más, nadie lo duda,
pero ni todos los ciudadanos son iguales, ni todos hacen negocios turbios y
es muy lamentable que quien te brinda hospitalidad en su país no pueda ser
reciprocado. Ninguna de esa medida es gratuita, todas intentan controlar
situaciones que se han creado a causa de las circunstancias, pero no pueden
ser facilistas, igualatorias, sin tener en cuanta que no se puede tratar a
las personas decentes como a los delincuentes.


La lucha contra la prostitución está llevando a frustrar las relaciones
verdaderas entre nacionales y extranjeros. Como en cualquier parte del mundo
aquí se enamoran las gentes de cualquier parte y se hacen amigos también.
Pero ninguna mujer, ni hombre puede hospedarse en un hotel con su pareja si
no es del país, aunque sean mayores de edad y absolutos responsables de sus
actuaciones. Se alega que es para evitar la desigualdadde los que pueden y
los que no pueden. Pero las desigualdades siempre han existido y ahora se
han hecho más evidentes y lo peor es que al final acceden a esos presuntos
privilegios gentes que logran sobornar o simplemente se van a casas
particulares que ni siquiera pagan impuestos. Porque no se puede pretender
controlar la existencia de las personas minuto a minuto yla mayoría de esas
medidas contribuyen más a delinquir que a lograr los propósitos con las que
se imponen.Esas presiones, que tienen un fondo de torpeza, que ya probaron
su ineficacia en todo el antiguo campo socialista, ocasionan grandes
disgustos en la población, aunque por gratitud o temor no se cuestionen a
escala masiva, y van creando un caldo de cultivo nada favorable.


Igual sucede con el empecinamiento en mantener la propiedad estatal como
única variante en aspectos que otras alternativas han mostrado mejores
resultados, tales como la gastronomía y la agricultura y no se trata de
incentivar la propiedad privada, sino la colectiva posible en estos tiempos,
ensayada tímidamente y que a la larga es la verdadera fórmula socialista
como ya han señalado otros. Incluso, hay un aspecto de la propiedad
cooperativa que puede ser salvadora ante cualquier jugarreta futura de los
enemigos y que podría evitar que ante cualquier circunstancia adversa que
funcionarios inescrupulosos de hoy se apropien de los bienes que
legítimamente pertenecen al pueblo, como ocurrió cuando la caída del
socialismo en Europa del este. Y está descripta en el Estado y la revolución
de Lenin, refiriéndose a la democracia socialista que nunca llegó.


Si legalmente cada pedazo de tierra del país pertenece a un consejo
cooperativo, cada fábrica, cada instalación deportiva, cada teatro, nadie
podrá venir un día a apropiarse de ellos porque sus dueños colectivos
tendrán los medios para defenderla, y eso es propiedad socialista al duro,
que se puede tocar con las manos frente a una propiedad estatal que nunca
los ciudadanos han sentido suya verdaderamente, entre otras cosas porque las
ancestrales costumbres no se cambian por decreto, ni las tendencias
naturales de la especie a que pertenecemos.


Después de las amargas experiencias del socialismo en Europa del este, los
comunistas deberíamos entender aquella máxima de Ghandi: si quieres cambiar
el mundo, cámbiate a ti mismo, para no pedirle a nadie que haga lo que no
seamos capaces de hacer y también que sí, es cierto, como han dicho algunos
ideólogos enemigos la lógica del capitalismo está más cerca del atavismo
biológico de los seres humanos. Cuesta menos esfuerzos mentales sumarse a la
ley del más fuerte, como hace la manada de los monos, y el capitalismo ha
sabido convertir las miserias humanas en categorías para el funcionamiento
económico. Ser socialista, pensar como socialista, sentir como socialista
requiere de un esfuerzo espiritual e intelectualmayor porque implica pensar
también en los otros y dominar al animal que somos. Para conseguir dejar
atrás la prehistoria, si queremos que haya socialismo del Siglo XXI,
tendremos que evitar los mismos errores que ya demostraron en el siglo XX su
fracaso.


La paradigmática Cuba tiene que despojarse de todas las fórmulas y métodos
tomados a préstamo de quienes se suponían de mayor experiencia y
desaparecieron por su aferramiento. También tiene que impedir que su agenda
interna la ponga Estados Unidos con sus provocaciones y mucho menos los
desnaturalizados de Miami. Y en eso Fidel y Raúl si tienen gran
responsabilidad como garantes de los cambios socialistas que deben
producirse antes de que desaparezcan como líderes vivos. A pesar de la
corrupción y otros males, existen millones de revolucionarios cubanos
dispuestos a participar en las transformaciones necesarias, sabedores de que
no hay nada que dañe más a las mejores ideas que el estancamiento y esas
medidas y métodos a los que me he referido muy discretamente, que sofocan y
agobian a las personas no pueden generar el espíritu indispensable para que
el empeño socialista se sienta como tal.







-- 
Marcelo Prieto


ES LA HORA DE DON JUANITO MORA:  NO AL TLC
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