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Fred will be happy to know I will continue to post various sources and
perspectives on the events of september 30 in Ecuador. This one should
be more to his liking. Since I have no firm "position" on the
question, but am attempting to glean as much information as possible
from as many different sources as possible, different interpretations
of course continue to come forth. In this opinion by Long, we have
some unsubstantiated but interesting new information regarding events
at the airport. It has always seemed to me that it would be crucial to
discover whether or not elements of the military were lining up along
with the police, which would seem to give credence to a more
substantive "coup event".  Two articles on the question which I posted
earlier indicate the Air force personnel were solely interested in an
economic resolution to their problem, and this still seems to be the
case. However, Long writes that shortly after Ponce resolved the
economic dispute with the Air force personnel and the situation had
returned to normal, some units of the Anti-Narcotics Police, "Closely
linked to the USA", writes the author, arrived at the airport and shut
it down again. I'll be looking for more sources to substantiate this
report.

Above and beyond that particular question, the article is interesting
because it discusses different aspects of coups, in relation to their
planning and their sometimes spontaneous nature.

Greg McDonald


La política del léxico

Guillaume Long
El Telégrafo


Un desafortunado debate académico (pero con graves consecuencias
políticas) está carcomiendo el análisis de los tristes acontecimientos
del 30 de septiembre. Varios sugieren que no deberíamos hablar de
“golpe de Estado”, sino de un simple motín salarial. La derecha, y
algunos cripto-liberales supuestamente oriundos de la izquierda
radical, cuestionan la apelación golpe de Estado porque no identifican
una rigurosa planificación o una conspiración generalizada con raíces
en el implacable cálculo político, y defienden al contrario la tesis
de la espontaneidad de la sublevación.

Esta negación del golpe de Estado (o la tesis del golpe “light”)
comete tres errores graves.

El primer equívoco es considerar que un golpe de Estado se da
solamente de forma planificada con mucha antelación, y que la
espontaneidad no cabe en un golpe. Al contrario, muchos golpes han
sido marcados por un altísimo elemento de aventurerismo, de
espontaneidad y de improvisación. Cuando se desencadena el inicio de
un putsch, aunque de forma frágil, los actores políticos y sociales
tienen la opción de posicionarse frente a él. Es así que muchos golpes
comienzan por una sublevación aislada (incluso mucho menos
generalizada que la que vimos el 30 de septiembre en Ecuador), en uno,
dos o tres cuarteles. Luego empiezan las presiones y negociaciones
que, en ciertos casos y cuando están dadas las condiciones,
desencadenan un efecto dominó que hace que los golpistas puedan tomar
el poder. La naturaleza del golpe, por lo tanto, es ir sumando fuerzas
que en un inicio no estaban absolutamente comprometidas con el putsch.

El segundo error de la negación del golpe es, además, subestimar la
cantidad de fuerzas que estuvieron detrás de este golpe. El 30 de
septiembre, decenas de regimientos policiales, incluyendo el más
grande, fueron tomados por la fuerza. Varios regimientos de policías
se movilizaron para cercar vías y carreteras a nivel nacional, cerrar
la terminal de buses de Quitumbe y rodear a varios ministerios. La
escolta policial en el Legislativo les quitó la seguridad a los
asambleístas de gobierno, favoreciendo, además, a algunos asambleístas
de oposición asociados al gutierrismo. Una facción de FAE tomó el
control del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, cerrando la pista y
aislando a la capital y al Gobierno ecuatoriano del país y del mundo.
Cuando, finalmente, la visita del Ministro de Defensa al aeropuerto de
Quito logró que los oficiales de la FAE depongan su medida, la
ocupación fue prontamente reemplazada por una nueva toma del
aeropuerto, esta vez por parte de la Policía antinarcóticos, muy
cercana, desde siempre, a EE.UU.

Si esto no es una clara intentona de golpe de Estado, entonces, ¿qué
lo es? Ciertamente, y siguiendo la misma lógica, los derrocamientos de
Bucaram (1997), Mahuad (1999) y Gutiérrez (2005) no pueden ser
tildados de golpes de Estado. La pregunta es, entonces, ¿tiene que
triunfar (tiene la oposición que tener mayoría legislativa) para poder
hablar de golpe?

El tercer error de la negación del golpe es ignorar el contexto
histórico del Ecuador, un país donde la inestabilidad política no ha
sido acompañada de altos niveles de violencia política. Si bien, en
términos académicos, un golpe no significa necesariamente violencia,
una suavización del léxico empleado sí puede correr el riesgo de
menospreciar lo realmente llamativo del altísimo nivel de violencia (y
el olor a Cono Sur) desplegado aquel 30 de septiembre. La violencia
depredadora de la que todos fuimos testigos (el secuestro, el garrote
generalizado y las muertes) marca un hito trágico para el país. Ojalá
no sea el inicio de una suerte de “mexicanización” del Ecuador, con la
conformación de grupos paramilitares que reproduzcan la lógica de los
Zetas u otros.

Sepamos, por lo tanto, referirnos a esta tragedia con un uso adecuado
del lenguaje.

http://www.eltelegrafo.com.ec/opinion/columnista/archive/opinion/columnistas/2010/10/08/La-pol_ED00_tica-del-l_E900_xico.aspx

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