Naturaleza hurnana y autopercepción * Noam Chomsky

- ¿Se puede aprender el racismo o es algo con lo que se nace?

- No creo que ninguna de las dos posibilidades sea cierta. No hay duda de
que la naturaleza humana es rica y compleja. No somos piedras. Cualquiera
en
su sano juicio sabe que gran parte de lo que somos viene genéticamente
determinado, incluidos aspectos de nuestra conducta o actitudes. No hay
duda.


Cuando se intenta ir más allá, y preguntarse sobre qué es eso, se entra en
un capítulo de ignorancia general. Sabemos que hay algo en la naturaleza
humana que nos fuerza a que nos crezcan brazos, no alas y que va más allá
de
la pubertad, hasta la edad madura. Y ahora sabemos que la adquisición del
lenguaje, o el sentido de la vista, son parte de la naturaleza humana en
sus
aspectos más fundamentales.


Cuando nos referimos a modelos culturales, sistemas de creencias o cosas
parecidas, la opinión del tipo que te encuentra en la parada del autobús es
tan correcta como la del mejor científico. Nadie sabe nada. la gente puede
especular pero en realidad no se sabe nada.


En este aspecto particular lo único que podemos hacer razonablemente por
tanto, es especular. Creo que la que he subrayado puede ser una suposición
razonable. No es que el racismo esté en nuestros genes. Lo que está en
nuestros genes es la necesidad de proteger nuestra propia imagen.
Probablemente resida en nuestra naturaleza encontrar una forma de
reconvertir lo que hacemos en algo que nos permita vivir con nuestros actos
sin traumas.


Es lo mismo que sucede en la esfera social, incomparablemente mayor, donde
funcionan las instituciones y los sistemas de opresión y de dominación. la
gente que esta al mando, que está oprimiendo a otros, tiene que
justificarse
a sí misma. Se puede realizar de forma sencilla o sofisticada, pero tiene
que hacerse. Es propio de la naturaleza humana. Una de esas consecuencias
puede convertirse en racismo. También puede convertirse en otra cosa.


Tomemos a los sofisticados. Uno de los gurús intelectuales de los últimos
tiempos en Estados Unidos es Reinhold Niebuhr. Se le ha llamado el «teólogo
del sistema». Ha sido reverenciado por los típicos liberales de la era de
Kennedy, por gente como Georges Kennan. Se le ha considerado como un
maestro
moral de las generaciones contemporáneas.


Es instructivo echar una mirada a las causas por las que ha sido tan
exaltado. Tuve que estudiar su material una vez. Se suponía que iba a haber
un capítulo dedicado al tema en uno de mis libros, pero el editor pensó que
iba a ser demasiado oscuro para el público y no lo incluí. Su nivel
intelectual es increíblemente bajo, es difícil permanecer serio durante su
lectura.


Pero hay algo que lo hace llamativo, su concepto de la «paradoja de la
gracia». lo que viene a decir es que no importa lo bien que pretendas
comportarte, al final siempre vas a causar daño. Por supuesto es un
intelectual, de forma que todo el concepto está adornado de grandes
palabras, pero al final lo que se deduce es sólo eso.


Es realmente un consejo edificante para la gente que está pensando en
engrosar las filas del crimen. «No importa cuánto te esfuerces en hacer el
bien, siempre vas a causar daño a otras personas. No se puede evitar». Es
una idea maravillosa para un padrino de la mafia. Puede hacer lo que
quiera.
Si hace daño a alguien debe limitarse a exclamar: «Oh Dios mío, la paradoja
de la gracia».


Esto explica porqué Niebuhr era tan atrayente para los intelectuales
norteamericanos de después de la 1ª Guerra Mundial. Se estaban preparando
para arrastrar una vida de grandes crímenes. Iban a ser los ejecutores o
los
apologetas de un período de grandes conquistas globales.


Controlar el mundo significa obviamente arrastrar enormes crímenes. Pero
¿no
es magnífico tener esa doctrina respaldándonos?


Por supuesto que queremos ser bondadosos y humanos pero no podemos evitar
la
«paradoja de la gracia».


Vuelvo a señalar que si se es un intelectual, se puede revestir la teoría
de
hermosos ropajes y escribir artículos sobre ella, pero el mecanismo es bien
simple.


Supongo que todo esto forma, si se quiere, parte de nuestra naturaleza.
Pero
no se puede teorizar tan groseramente; ni siquiera llega a ser una teória
propiamente dicha. Todo el mundo sabe por propia experiencia cómo es la
naturaleza del ser humano, cómo actúa y porqué, si uno se para a pensar en
ello. No es Física Cuántica.


- ¿Qué me dice de lo que se ha denominado «la ética de la competitividad»?
¿Hay alguna evidencia de que seamos competitivos por naturaleza? Muchos
defensores del mercado libre y del capitalismo mercantil afirman que hay
dar
a la gente la posíbilidad de competir ya que es algo consustancial.


- Existen ciertas condiciones en que la gente compite y ciertas condiciones
en que la gente coopera. Por ejemplo supongamos en una familia en que la
persona que traiga el dinero para alimentarla, él o ella, pierda su
trabajo,
y no haya suficiente dinero para alimentos.


Probablemente el padre sea el individuo más fuerte. ¿Robaría toda la comida
a la familia y dejaría que los niños mueran de hambre? Supongo que hay
gente
que lo hace, pero entonces se la encierra. En todas partes hay mentes
patológicas. Lo normal es compartirla.


¿Significa esto que no son competitivos? No. Significa que en esas
circunstancias se comparte. Esas circunstancias pueden extenderse
rápidamente, por ejemplo pueden extenderse a toda la clase trabajadora. Es
entonces cuando se producen períodos de solidaridad entre los trabajadores,
cuando la gente lucha junta para crear sindicatos y mejorar las condiciones
de trabajo.


Y esto ocurre también en Estados Unidos. Recuérdese la huelga de Homestead
de hace un siglo, cuando Andrew Carnegie cerró su acería a los trabajadores
en huelga. Ese fue un período de enorme rivalidad étnica y racismo,
dirigida
fundamentalmente a los emigrantes procedentes de Europa del Este, húngaros
y
eslovacos. Pero durante ese conflicto lucharon codo con codo. Es uno de los
pocos períodos de armonía étnica. Todos luchaban juntos, los anglosajones,
los alemanes y el resto de trabajadores.


Déjeme que le cuente una historia personal. Yo no soy particularmente
violento, pero en el instituto aprendí boxeo. Para ello teníamos que pelear
con un amigo como sparring. Bien, después de un rato de golpes, realmente
quería hacer daño a mi mejor amigo. Podía notar cómo crecía en mí el
sentimiento de querer matarle.


¿Significa esto que el sentimiento de matar es innato? En ciertas
circunstancias surge ese deseo incluso con tu mejor amigo. Se dan
circunstancias bajo las cuales este aspecto de la humanidad prevalece. Pero
hay otras circunstancias en que prevalecen otros aspectos del género
humano.
Si se quiere crear un mundo más humano, hay que cambiar las circunstancias.


- En todo esto ¿qué grado de determinísmo juegan los condicionantes
sociales? Pongamos que se es un niño que vive en Somalia en este momento.


- O un niño que vive a dos manzanas de aquí, en Cambridge. El verano pasado
un estudiante del MIT, Instituto Tecnológico de Massachussets, fue
apuñalado
y muerto por un par de adolescentes del instituto local. Estaban
practicando
un deporte singular: caminaban por el barrio y tenían que encontrar a
alguien. Entonces uno de los chicos tenía que golpearle y derribarlo de un
solo golpe. Si fallaba el otro chico le golpeaba a él.


Así que estaban caminando y se encontraron con el estudiante del MIT. El
chico que debía actuar en esta ocasión le derribó de un solo golpe. Por
razones desconocidas también le apuñaló y mató. El chico no creyó que
hubiera hecho nada especialmente atroz. Se fueron a un bar la policía los
detuvo porque alguien los había visto. No trataron de huir.


Estos chicos han crecido en Cambridge. No en la zona residencial,
probablemente en un barrio de la periferia. No en un barrio de Somalia. No
creo que los chicos de barrios más sórdidos actuaran de igual forma.


¿Significa que son diferentes genéticamente? No. Existe algo en su medio
que
hace que esta conducta sea aceptable, incluso natural. Cualquiera que haya
nacido en un área urbana lo sabe y toma sus precauciones para no verse
envuelto en tales incidentes.


Recuerdo que en mi infancia había barrios vecinos donde te recibían a
pedradas si pasabas por allí. Se suponía que no debías ir. Los chicos que
defendían esta postura creían que les asistía todo el derecho del mundo.
Estaban defendiendo su parcela.


¿Tenían acaso alguna otra cosa que defender?

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