EL TIEMPO AGOSTO 9 05
Agosto 8 de 2005
EDITORIAL
Oración por el Seminario

Al mejor estilo de las misteriosas sociedades secretas del bestseller El código Da Vinci, que tanto criticó la Santa Sede, la Curia colombiana, en un negocio, también muy secreto, trabajaba silenciosamente en un proyecto de desarrollo en torno al emblemático edificio del Seminario Mayor, en el norte de Bogotá.
Un pequeño grupo de asesores, cuyos nombres son una incógnita, le ha sugerido al cardenal Pedro Rubiano Sáenz que la estrategia de prenderle una vela a Dios y otra al Diablo puede resultarle muy rentable a la Iglesia Católica desde el punto de vista religioso, pero también económico. Por un lado, se preservaría la hermosa edificación como centro de formación sacerdotal, mientras que sus alrededores, de hermosos bosques y campos deportivos, se destinarían a la construcción de edificios de apartamentos, oficinas y un lujoso hotel.

En gracia de discusión, los únicos optimistas alrededor del negocio son monseñor Rubiano y sus asesores. La firma con la que han estado en conversaciones, Arquitectura & Concreto S.A., una empresa de Medellín, dice que no hay nada firmado y que ve remoto el desarrollo de la idea por las polémicas que se han desatado alrededor de los cerros orientales de Bogotá. Dice, sin embargo, que el proyecto depende de una resolución del Ministerio del Medio Ambiente que suspendió el Tribunal Administrativo de Cundinamarca.

La confidencialidad con la que se ha manejado la propuesta pone de presente la sensibilidad del tema en una ciudad que, poco a poco, y ante la indiferencia de las autoridades, ha visto desaparecer sus cerros tutelares. A comienzos de este año se conoció una oferta de la constructora Pedro Gómez y Cía. para comprar el Seminario para convertirlo en un hotel de cinco estrellas, sin afectar el entorno. Algo parecido a lo que con tanto gusto hizo en esa joya arquitectónica que es el hotel Casa Medina.
Ante las múltiples reacciones negativas que produjo la noticia, el cardenal tuvo que negar rápidamente desde Roma que el Seminario estuviera en venta. Y hasta ahí llegó la controversia.

Por el momento se había salvado una de las pocas reservas forestales que está prácticamente incorporada a la ciudad. Hasta que fueron públicas las negociaciones secretas que adelanta el Arzobispo primado con la empresa antioqueña para vender parte del Seminario, mejorar el flujo de caja de la Iglesia y darle un puntillazo a lo que queda de los cerros en ese sector de Bogotá.
Se habla de decretos que están en camino para “atender solicitudes de la comunidad sobre el uso y edificabilidad” en la localidad de Usaquén, donde se encuentra el Seminario Mayor. Y de estrategias leguleyas para poder atacar ese pulmón que se mantiene intacto.

Difícil esconder por más tiempo las ganas que los constructores privados les tienen a los predios del Seminario. Hay que encontrar los mecanismos legales que permitan a la Iglesia solucionar sus afugias económicas sin permitir que sea arrasada una propiedad de evidente interés público para los bogotanos. Hay que darle salidas a la Curia para tapar sus huecos financieros y al mismo tiempo preservar esa preciosa reserva ecológica.

Porque a través de la fórmula que se está abriendo campo, la Iglesia reza, peca y empata. El edificio del Seminario no se tocaría y seguiría como lugar de preparación de seminaristas pero, a cambio, parte del terreno se daría en concesión a 15 años y le generaría un ingreso de unos 40 millones de dólares. ¿En qué queda, entonces, el voto de pobreza?

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Ligia Parra-Esteban.  Directora
Fundación Voc de Investigación de la Comunicación Entre Científicos.
http://mox.uniandes.edu.co/voc
Luis H.  Blanco.  Secretario de la Junta Directiva.
Laboratorio de Investigaciones Básicas.  Ciudad Universitaria.  Unidad Camilo Torres.  Bogotá.
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