Hola,
 
Antes de seguir otra discusión sobre comunicación, evolución y lenguaje en las listas colombianas, hay que reconocer que en estas lides está la mano de Dios.  Yo he sido una de los protagonistas de estas discusiones en la Red Caldas y sé bien por que lo digo. 
 
Esta discusión, (si es que la hacemos) ni es la primera, ni será la última en las listas o en lo ambientes académicos nacionales.  Es mucho más fácil hablar de ortografía.
 
Ligia
 
 
Enero 7 de 2006
EDITORIAL de EL TIEMPO
La mano de Dios

¿Quién tiene la razón: Darwin o Dios? La pregunta, perfectamente deleznable para la ciencia, se ha vuelto un rabioso debate en una de las sociedades científicamente más avanzadas del mundo, Estados Unidos. Involucra al Presidente, los jueces y los medios de comunicación. Y su escenario es nada menos que el sistema educativo.

Para un observador, la discusión y su itinerario lucen curiosos, pero son reveladores de peculiaridades notables de la sociedad estadounidense. Con implicaciones de fondo.

El 20 de diciembre, un juez de Harrisburg (Pensilvania) puso fin al intento más reciente de equiparar al llamado ‘diseño inteligente’ con la teoría de la evolución de las especies, de Charles Darwin. El diseño inteligente es hermano de la famosa teoría del reloj: la existencia de un reloj encontrado en un campo solo puede ser explicada por la intervención de una inteligencia externa, no por fenómenos naturales. Así, sus partidarios sostienen que no es la evolución sino una actividad inteligente lo que explicaría la aparición de la vida.

Como la enseñanza en los colegios oficiales del creacionismo, que atribuye a Dios esa inteligencia, es inconstitucional desde 1987, los amigos del diseño inteligente no hablan de él sino de una ‘inteligencia neutra’, pero tras ella asoma claramente la mano divina. Y han hecho múltiples intentos por introducirla en la enseñanza oficial.

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El caso de Dover es emblemático. En octubre del 2004, el panel de educación de esa zona, en York (Pensilvania) votó que los profesores de biología debían leer a los alumnos un texto que decía que la teoría de la evolución "no es un hecho" y tiene "vacíos", y los remitía al diseño inteligente y una de sus biblias, De pandas y personas. Un grupo de familias demandó, alegando que se afectaba la calidad científica de la educación de sus hijos. El caso cobró notoriedad porque el presidente Bush se dijo, en agosto, partidario de la enseñanza del diseño inteligente. Time le dedicó una portada. El movimiento cristiano lo tomó como una bandera. Y se armó el debate.

Hace dos semanas, el juez de Harrisburg falló a favor de las familias. Contra el argumento de los defensores del diseño inteligente de favorecer la ‘libertad académica’ y de expresión, dictaminó que introducirlo en el currículo oficial prohibía la enseñanza de teorías científicas que disgustan a ciertas sectas religiosas y constituía una violación impermisible a la Primera Enmienda, que cierra la puerta a la promoción de doctrinas religiosas en establecimientos seculares de educación. Hace cuatro días, el nuevo panel de educación elegido en la zona anuló la decisión del anterior.

¿Colorín colorado? Nada de eso. Este no es el primer intento de la derecha religiosa de introducir competencia divina a la ciencia en el sistema escolar. Y no será el último.

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En 1999, el panel de educación de todo un estado, Kansas, votó eliminar toda mención de las teorías de la evolución y del Big Bang del currículo de ciencias. En Alabama, los textos de biología llevan una etiqueta que dice que, como nadie estaba presente cuando la vida apareció en la Tierra, toda afirmación sobre su origen es teoría, no un hecho. En agosto, un juez ordenó remover un aviso pegado dos años antes en los manuales escolares de Cobb (Georgia) que descalificaba la evolución. En 20 Estados ha habido intentos similares, unos fallidos, otros no. Una reciente demanda de una asociación de escuelas cristianas contra la Universidad de California, que rechaza el currículum de ciencias de una de ellas por usar textos que anteponen la palabra de Dios a la ciencia, llevó el lío a la educación superior.

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‘De Silicon Valley a Adán y Eva’, podría llamarse esta historia, en la que una nación científica y tecnológicamente de punta discute, en pleno siglo XXI, oponer la mano de Dios a la ciencia para educar a sus hijos.

Muestra del peso e incidencia del conservatismo religioso en un país clave. En su gobierno, cuyo Presidente es cristiano proclamado. Entre la gente, que llena 1.200 ‘megaiglesias’, algunas capaces de reunir 20.000 fieles en misa. En el sistema educativo, que ve crecer a ojos vista las escuelas evangélicas. Solo uno de cada cinco estadounidenses cree que el hombre evolucionó de otras especies; casi todos los demás opinan que fue creado por Dios. Debate notable, no solo por la importancia de E.U. en el mundo, sino porque un pilar básico de esa nación ha sido la división entre la Iglesia y el Estado. Y los interrogantes son de fondo.

¿Qué explica este resurgimiento de la fe en el estadounidense de fila? ¿Debe el mundo temer sus implicaciones, en la medida en que no se limita a la misa dominical o a un debate constitucional sino que se ha trasladado al poder? ¿O, con un sistema judicial que frena los asaltos religiosos contra la educación secular y con reglas democráticas para elegir los paneles educativos, tiene esa sociedad mecanismos de autoprotección? Las respuestas dan para un debate tan agitado como el que hay entre Darwin y el Génesis.

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Ligia Parra-Esteban.  Directora
Fundación Voc de Investigación de la Comunicación Entre Científicos.
http://mox.uniandes.edu.co/voc
Luis H.  Blanco.  Secretario de la Junta Directiva.
Laboratorio de Investigaciones Básicas.  Ciudad Universitaria.  Unidad Camilo Torres.  Bogotá.
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