1.3.- Los procedimientos bancarios con los cuales nos endeudaron El juez Ballestero, en su sentencia, menciona numerosas irregularidades (en realidad, son maniobras casi siempre delictivas) que cometieron los responsables del Banco Central y del Ministerio de Economía para contraer la deuda fuera de toda norma de control y a espaldas de la gente. En el tema de los avales, también son responsables las autoridades del Banco de la Nación y del ex Banco Nacional de Desarrollo-BANADE. En resumen, dichas maniobras fueron las siguientes: 1.- Muchos préstamos fueron aprobados por el Banco Central por actas secretas (fueron once actas en total). Cuando el juez solicitó que se las enviaran, los responsables del Banco se negaron, y aún se niegan. 2.- “El Banco Central no tiene registros contables de la deuda externa, y sólo maneja los datos de ella en forma estadística”, dijo al juez su entonces presidente, Dr. Adolfo Diz. Con el debido respeto, sólo llevaban una libreta de almacenero donde anotaban cada crédito que se pedía... 3.- El Ministerio de Economía no llevaba registro alguno de la deuda, ni siquiera con fines estadísticos. 4.- Cuando el juez preguntó al mismo Dr. Diz dónde anotaban algunos préstamos sobre los cuales no había ninguna documentación, ni siquiera “estadística”, éste contestó, aunque parezca una broma, “en una libreta negra”. 5.- Los peritos se quejaron que, tanto el Banco Central, como el Ministerio de Economía, el Banco de la Nación y el ex BANADE, retacearon información y pusieron obstáculos a su labor investigadora. Esos obstáculos permanecen aún en la actualidad. 6.- El presidente del Banco Central, Dr. Adolfo Diz, autorizó muchos créditos sin el consentimiento del Directorio y sin rendir cuenta a éste después, a pesar de que la Carta Orgánica del Banco así lo exige. 7.- Igual conducta tuvo el vicepresidente, Cristian Zimmermann, con el agravante de que no informó siquiera al presidente Diz. 8.- Además de todas las maniobras descriptas, el Dr. Domingo Cavallo, cuando fue presidente del Banco Central (1981), estatizó la deuda de la empresas privadas y les otorgó un generoso seguro de cambio. Esa medida aumentó la deuda externa pública artificialmente en 13.000 millones de dólares. 9.- Ni el Directorio del Banco Central, ni el Ministerio de Economía, realizaron un estudio sobre las condiciones económica y financieras internacionales que aconsejaban no endeudar al país (sobre todo a partir de 1979, que fue justamente el período en que más deuda externa se contrajo). 10.- Las autoridades de ambos organismos oficiales desoyeron los informes y las críticas que le elevaban sus propios cuerpos técnicos (Gerencia de Investigaciones y Estadísticas Económicas, y Gerencia del Sector Externo), y actuaron con “negligencia, impericia e indiferencia” ante el peligroso crecimiento de la deuda. 11.- El acrecentamiento de la deuda externa privada y pública entre 1976 y 1982 fue “excesivo, perjudicial y carente de justificación económica, financiera y administrativa”. 12.- La deuda se contrajo durante un gobierno militar, sin el control del Parlamento que exige la Constitución Nacional. 13.- Las negociaciones con el FMI, que condicionaban el endeudamiento, no fueron dadas a publicidad por el gobierno militar. 14.- Al 22 de enero de 1985, las empresas privadas habían obtenidos créditos externos, aprobados por el Banco Central, por 23.000 millones de dólares; de entre las 70 deudoras más grandes, 26 eran bancos y financieras, es decir, empresas que pidieron dinero para represtarlo acá (en pesos y a tasas mucho mayores; en buena medida fueron fondos que ingresaron a la “bicicleta financiera”). 15.- Agentes privados (como Narciso Ocampo y Juan Peralta Ramos) gestionaron créditos en nombre del Banco Central, sin que puedan conocerse los motivos que hubo para esa conducta irregular y si se les pagó comisión por ello. 16.- El Banco Central pagó gastos, comisiones y honorarios mayores a los usuales en cada caso, sin dar explicaciones. 17.- Se redactaron en idioma inglés contratos de préstamos externos pactados y firmados en Buenos Aires. 18.- La Unión de Bancos Suizos, al otorgar algunos créditos, influyó para que el Estado comprara la “Compañía Ítalo Argentina de Electricidad”, que era del propio ministro de Economía, Dr. Martínez de Hoz, en sociedad con dicho banco. Con el agravante (no figura en el fallo del juez) de que se pagó por esa empresa un precio siete veces superior al real (en 1975 fue tasada en 49 millones de dólares por el gobierno constitucional, y en 1976, siendo ya ministro Martínez de Hoz, el Estado la compró en 340 millones de dólares). [Agregado personal de Néstor Gorojovsky: directamente vinculados con la Unión de Bancos Suizos están, además, los hermanos Juan y Roberto Alemann, figuras fundamentales en todo este proceso] 19.- El Banco Central exceptuó al BANADE y al Banco de la Ciudad de Buenos Aires de exigir los requisitos legales para otorgar avales a grandes empresas que luego no pagaron sus créditos, debiendo hacerlo el Estado. 1.4.- Los avales tramposos Cualquier persona o empresa que desee obtener un aval bancario, para usarlo como garantía en la obtención de un crédito en otro banco, debe cumplir muy estrictas normas técnicas: demostrar que tiene solvencia, patrimonio, balances con superávit, utilidades suficientes como para pagar el crédito, que invertirá el crédito en un proyecto rentable, etc. Además, debe ofrecer una contragarantía al banco que le da el aval (casi siempre, exigen una hipoteca). Sin embargo, en la época investigada (1976 á 1983), el Banco de la Nación, el de la Ciudad de Buenos Aires y el BANADE, con expresa aprobación del Ministerio de Economía y del Banco Central, otorgaron 240 avales sin ninguna de esas exigencias. Muchos de esos avales fueron incumplidos por los avalados, y el Estado debió cargar con el pago del crédito correspondiente. Además, el Ministerio de Economía no persiguió a los deudores tramposos para recuperar lo ya pagado por el Estado (ni siquiera les inició juicio, después de tantos años). Tampoco hizo uso del llamado “derecho de excusión”, por el cual un avalista puede pedir al juez que primero le rematen los bienes al deudor, y si con ellos no se alcanza a pagar la deuda, recién se remata (o ejecuta) al avalista. La situación de Martínez de Hoz y su equipo se agrava al considerar los nombres de las empresas tramposas. No son humildes PyMes, sino todas de gran envergadura: Acindar S.A., Autopistas Urbanas S.A.- AUSA, Covimet S.A., Parques Interama S.A., Aluar S.A., Papel Prensa S.A. (de propiedad de los diarios Clarín y La Nación), Induclor S.A., etc. En total se otorgaron avales por 6.500 millones de dólares, de los cuales los incumplidos tramposamente sumaron 1.405 millones. De aquellos 6.500 millones, unos 1.500 millones se otorgaron a un sólo grupo de intereses: Celulosa Alto Paraná, Celulosa Puerto Piray y Papel del Tucumán. 1.5.- Los mayores responsables El fallo del juez menciona a ocho responsables principales de esta verdadera estafa cometida contra la Argentina. En primerísimo lugar, responsabiliza al Dr. José Alfredo Martínez de Hoz. Inmediatamente después, sindica como responsables a los otros tres ministros de Economía del Proceso Militar, Dres. Lorenzo Sigaut, Roberto T. Alemann y Jorge Wehbe. En el mismo nivel de responsabilidad, el juez Ballestero señala a los cuatro presidentes del Banco Central de ese período, Dres. Adolfo Diz, Egidio Iannella, Domingo Felipe Cavallo y Julio González del Solar. Una mención especial merece la conducta del Dr. José Luis Machinea, que fue Gerente de Finanzas Públicas del Banco Central durante todo el gobierno militar. El fallo del juez lo inculpa de “incumplimiento de sus obligaciones de funcionario público”. Los dictámenes de los peritos son más duros aún. El Dr. Sabatino Fiorino (de la Facultad de Derecho), en concordancia con otros peritos, llega a decir: - ... en la tramitación de la deuda externa hubo connivencia (de los funcionarios oficiales) con los supuestos acreedores... - Tengo la convicción que el Dr. Machinea ha sido factor relevante de estos acontecimientos. Sin su activo concurso, o su pasividad, según los casos, no hubiera sido posible formalizar los contratos... - ... Machinea se encargó de fundamentar técnicamente... el endeudamiento de YPF... - ... No es posible disimular la falta en que ha incurrido Machinea al no revelar la arbitrariedad de la relación entre el deudor y el acreedor. - ... Ello hace recaer sobre Machinea la consiguiente responsabilidad y necesidad de no permitirle participar, en nombre del país, en negociaciones que signifiquen la aceptación de la legitimidad de la deuda... Otros señalados, en forma particular, como responsables importantes son: Cristian Zimmermann (ex vicepresidente del Banco Central), Enrique Folcini y Francisco Soldati (ex Directores del Banco Central), y Guillermo Walter Klein (ex viceministro de Economía de Martínez de Hoz). El Dr. Klein es hijo del economista del mismo nombre que designó al perito Dr. Tandurella. También es, o era, socio del hijo de Mariano Grondona en el Estudio Jurídico “Klein-Mayral”, que fue allanado por orden de la Cámara de Diputados de la Nación, en 1984, en búsqueda de documentación que probara la connivencia con los bancos extranjeros acreedores. Un juez, posteriormente, ordenó devolver la documentación a Klein, y la investigación de Diputados quedó en la nada. En forma genérica, el fallo hace responsables también a todos los funcionarios jerárquicos del Ministerio de Economía y del Banco Central de esa época. 1.6.- Agravantes El Dr. Ballestero señala en su fallo que hubo circunstancias de suma gravedad que comprometen aún más a los autores de este desastre nacional: Primer agravante El gobierno (Ministerio de Economía y Banco Central) solicitaba, o hacía solicitar créditos que no necesitábamos. Cuando llegaban los dólares, el Banco Central los depositaba en bancos extranjeros que le pagaban un interés sensiblemente menor que el que nosotros debíamos pagar por los mismos dólares. Así, entre julio y noviembre de 1976 (en sólo cinco meses), el Banco Central obtuvo créditos por 22 millones de dólares, pagando un interés del 8,75%, y los depositó inmediatamente en el Chase Manhatann Bank de Nueva York, cobrando un interés del 5,60%. Esos dólares nuestros, puestos a un interés tan bajo, eran aprovechados luego por el gobierno de EEUU para financiar en forma muy barata su propio déficit fiscal. Más adelante veremos que el gobierno anglo-norteamericano, y todos los bancos extranjeros acreedores nuestros, más el FMI y el Banco Mundial, fueron quienes nos “aconsejaron” (en realidad, nos forzaron a) endeudarnos entre 1976 y 1983, cuando no lo necesitábamos. Incluso, se dio el caso (varias veces) de recibir un crédito de un banco determinado, para recolocarlo de inmediato en el mismo banco, el cual ganaba la diferencia de intereses impúdicamente. Todo ese manejo ruinoso de créditos y depósito adquiere ribetes tenebrosos cuando se recuerda que el Dr. Martínez de Hoz era, simultáneamente, ministro de Economía y miembro del Consejo Asesor Internacional del Chase Manhatann Bank de Nueva York. Segundo agravante En todos los países civilizados del mundo, cuando se firma un contrato entre el Estado y una empresa privada extranjera, y para colmo se lo firma en el territorio de ese Estado, son los jueces de dicho país (los locales) quienes deben intervenir si hay alguna diferencia o duda posterior sobre lo pactado. Así estaba expresamente establecido en nuestras leyes. Apenas se inició el gobierno militar, y a instancias del Dr. Martínez de Hoz, se reformó esa norma y se permitió al gobierno contratar con grupos privados extranjeros, dejando en manos de éstos la elección del juez que intervendría luego en caso de pleitos. Eso se llama “prórroga de jurisdicción”. Es común que un particular renuncie a ser juzgado por los Tribunales que le corresponden por ley, pero se conocen muy pocos casos en la historia internacional en que lo haya hecho un Estado, y esos casos son los de los países vencidos en una guerra. Para el Estado, la facultad de que lo juzguen sus propios jueces es irrenunciable, porque forma parte de su poder soberano, de la soberanía nacional. Por supuesto, cada uno de los bancos acreedores eligió a los Tribunales de su propio país. De ese modo, cualquier reclamo que deseemos hacer por nuestra deuda externa debemos elevarlo a los jueces de Nueva York, en unos casos, o de Londres, Tokio o Francfort, en otros. Es, quizás, uno de los más graves daños que nos han hecho, no sólo por la pérdida de soberanía que eso significa, sino por las consecuencias económicas que analizaremos más abajo. Tercer agravante Ya dijimos que el Ministerio de Economía obligaba a las empresas públicas a endeudarse en dólares. Muchas de ellas no poseen bienes en el extranjero, ya sea en forma estable o transitoria. Otras sí. A los bancos prestamistas les convenía, para tenernos más a su disposición aún, que todas las empresas estatales se hicieran solidariamente avalistas entre sí, por los créditos que tomara cada una de ellas (se denomina “entrecruzamiento de avales”). Y así lo aceptó el ministro de Economía del gobierno militar. Todas las empresas públicas avalaron en conjunto las deudas de cualquiera de ellas. De ese modo, Aerolíneas Argentinas, por ejemplo (cuyos aviones vuelan, o volaban, hacia muchos países del mundo), avaló las deudas de Obras Sanitarias de la Nación, de SEGBA, o de alguna otra cuyos bienes estaban sólo acá. Si el deudor (OSN o SEGBA) no pagaba algún crédito, el banco acreedor podía embargar los aviones de Aerolíneas en cualquier aeropuerto del mundo en que aterrizaran. Nada menos. Con toda razón, el juez Jorge Ballestero concluye su sentencia con palabras condenatorias y muy severas: .. el país fue puesto desde 1976 bajo la voluntad de acreedores externos..., bajo la supervisión del FMI y del Banco Mundial... mediante una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas al país... para beneficiar a empresas privadas nacionales y extranjeras, en desmedro de las empresas del Estado. A pesar de todo, el juez no condenó a nadie, por considerar que la causa ha prescripto (es decir, ha quedado sin efecto por el paso del tiempo: 18 años). Desde nuestro punto de vista, eso es discutible, y trataremos que sea apelado. Vale la pena consignar que se nos dice permanentemente, desde los sectores interesados, que debemos “honrar la deuda externa”. Pero, objetivamente hablando y de acuerdo a las pruebas irrefutables acumulados en este fallo, la que no es “honrada” es la deuda misma, y mucho menos honrados fueron los acreedores y los funcionarios argentinos que la contrajeron. Mal nos pueden pedir que nosotros la honremos. La verdad es que, mientras no nos demuestren lo contrario, los únicos honrados en esta verdadera tragedia nacional somos los argentinos que tenemos que pagarla. 2.- ¿Podemos pagar la deuda externa sin provocar un daño enorme a nuestra economía y a nuestro pueblo? Tanto los principios morales, como el Derecho universalmente aceptado, impiden a un acreedor exigir el pago de sus créditos cuando ello provocaría un daño muy grande al deudor. La sensibilidad humana ha dictado esa regla respetada en todo el mundo. El mayor poeta y dramaturgo de lengua inglesa (la lengua que hablan nuestros más poderosos y exigentes acreedores) escribió hace 400 años una obra teatral (El mercader de Venecia) sobre la frialdad con que un acreedor insensible e inhumano exige, como pago, “una libra de carne” del deudor, cuando éste ya no tiene dinero para “honrar su deuda”. Sin ningún tipo de exageración, hoy podemos decir que los bancos acreedores se están cobrando la deuda con una libra (o varias) de carne de nuestra gente. Es sabido que mueren 55 niños argentinos por día, debido a la desnutrición. No hace falta relatar los sufrimientos que soportan nuestros abuelos jubilados, los desocupados, los subempleados, los que salen a hacer changas para no dejar morir de hambre a su familia, etc. Y hemos dicho ya que esas lacras sociales son productos directos e ineludibles de los 11.700 millones de dólares que debemos pagar de intereses anuales por la deuda externa. Además, esa tremenda factura de intereses se lleva casi todo el dinero que deberíamos destinar a inversiones productivas para desarrollar nuestra economía y crear nuevos puestos de trabajo. Por otro lado, en Derecho se estudia que, cuando un deudor es más débil que su acreedor, y éste le exige sacrificios muy grandes para cumplir con lo pactado, dicho deudor está liberado de cumplir con lo que prometió. A ese caso se lo denomina “lesión gravísima”. Nosotros estamos sufriendo una auténtica situación de “lesión gravísima”. Moral y jurídicamente estamos eximidos de pagar. El problema es que, si quisiéramos hacer valer ese derecho, deberíamos pleitear ante los Tribunales de Nueva York, Londres, Francfort, etc., debido a aquella irresponsable “prórroga de jurisdicción” que aceptaron los gobernantes del Proceso Militar. No hay ningún argentino tan tonto como para creer que esos Tribunales nos darán la razón, aunque la tengamos. De ahí la gravedad de la “prórroga de jurisdicción” pactada por Martínez de Hoz y su equipo. Es de las peores cosas que hicieron: nos ataron de pies y manos. 3.- Realmente, ¿ debemos algo todavía? La deuda comenzó a crecer abrupta y aceleradamente a partir del 24 de marzo de 1976 (día del golpe militar). Ya veremos porqué. En ese tiempo se respetaba una regla no escrita, pero universalmente aceptada, sobre el monto de los intereses: debían ser uno o dos puntos más que la inflación que sufría la moneda en la que se daba el préstamo. En ese entonces, un economista argentino que era nada menos que Director General de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina, perteneciente a las Naciones Unidas), el Dr. Raúl Prebisch, dijo públicamente: "El país que acepte pagar intereses del tres ciento sobre la inflación, se fundirá." En 1979, y cuando ya nos habíamos endeudado en varios miles de millones de dólares, EEUU decidió aumentar sustancialmente las tasas de interés del dólar, para frenar la inflación que sufría. Hasta ese momento, pagábamos entre el 6% y el 8% de interés. Debido a esa decisión unilateral del gobierno anglo-norteamericano, llegamos a pagar, en la década de 1980, hasta el 22% de interés anual. Una deuda con esa elevadísima tasa de interés se duplica por sí sola en menos de cuatro años. Ése fue nuestro caso. Los Dres. Alfredo Eric Calcagno y Eric Calcagno han calculado que, si hubiéramos pagado siempre un interés de uno o dos puntos sobre la inflación de EEUU, habríamos saldado totalmente nuestra deuda en 1988. El ex presidente peruano, Alan García, por su lado, calcula que debido a esa suba injustificada y unilateral de los intereses estadounidenses, Latinoamérica debía en 1979 u$s191.000 millones. Desde ese año ha pagado intereses por1.165.000 millones. A pesar de lo cual, en 1999 debía aún 750.000 millones! Esas cifras hablan por sí solas. Los argentinos hemos pagado nuestra deuda entre dos y tres veces, y todavía debemos 200.000 millones. Pero el drama se repite: ¿cuál Tribunal de Nueva York, Londres, Tokio o Francfort, reconocerá nuestros derechos? 4.- Los acreedores, ¿son inocentes o también ellos tienen su culpa en este drama nuestro? Dejemos hablar al juez Dr. Ballestero: * Llama poderosamente la atención la permisividad de los organismos financieros internacionales, y la actitud concordante de la misma banca extranjera que hoy reclama a la República Argentinas el pago de sus créditos. * El FMI es en la actualidad el principal control del funcionamiento del sistema financiero internacional. *Por ello, se debe determinar la corresponsabilidad y eventual culpa de los organismos financieros internacionales (FMI y Banco Mundial, especialmente) y de la banca acreedora, porque durante el período examinado (1976 a 1982) concurrieron a nuestro país muchas misiones técnicas del FMI para analizar la marcha de la economía argentina. * Además, concurrieron a nuestro país misiones técnicas del Banco Mundial con el mismo fin y para tratar el financiamiento de proyectos. *¿Qué recomendaciones realizaron el FMI y el Banco Mundial sobre la economía argentina y su grado de endeudamiento externo? * Los bancos tenían en aquel entonces gran interés en colocar sus fondos en los países en desarrollo, sin interesarles ni el destino que se les daría ni la capacidad de pago de los deudores. * Se concluye que los bancos acreedores, el FMI y el Banco Mundial también actuaron con imprudencia, y dieron créditos movidos por el afán desmedido de colocar los fondos provenientes del auge de la explotación petrolera. Tal como dice el Dr. Ballestero en su fallo, en 1976, los bancos extranjeros deseaban a toda costa colocar de alguna manera los gigantescos fondos que le depositaban los países petroleros. En esas circunstancias, “convencieron” a Martínez de Hoz y su equipo (y a los militares gobernantes) de que era un gran negocio pedir un préstamo al 8,75% de interés, y colocar esos mismos dólares nuevamente en el banco prestador al 5,60%... Luego, cuando en 1979 EEUU necesitó subir la tasa de interés del dólar por problemas internos suyos, el pato de la boda fuimos nosotros. El resto es historia reciente. Ahora habrá que actuar con decisión y con habilidad a la vez. El tema no es sencillo, pero tampoco insoluble. Lo primero que debemos comprender es que la solución es de tipo político, no económico. Sin el suficiente poder nacional, es inútil pretender una salida airosa. Soluciones hay, pero para alcanzarlas los argentinos debemos comenzar por unirnos organizadamente. Néstor Miguel Gorojovsky [EMAIL PROTECTED] _______________________________________________ Leninist-International mailing list [EMAIL PROTECTED] To change your options or unsubscribe go to: http://lists.wwpublish.com/mailman/listinfo/leninist-international