Léase e tradúzase ao galego en modo.
Se a tradución resultase exacta, estariamos sen dicionario oficial en
liña cando menos dous anos máis. Se queredes dicide que son tan pesado
que non hai nada e xa cheiro a corno queimado.
Eu non necesito un dicionario oficial en liña. O meu idioma si.
La RAE ha descubierto el márquetin viral
20101106222930-sg.jpg
Desde que Víctor García de la Concha tomara las riendas de la Real
Academia Española, la línea de mercantilización de esta institución
que se inició con la constitución de la Fundación pro RAE el 20 de
octubre de 1993 no ha hecho sino crecer a un ritmo exponencial. Uno de
los aspectos que mejor reflejan la conversión de esta entidad
semipública, parcialmente financiada con nuestros impuestos, en un
negocio redondo es su política de producción editorial (de obras
normativas, conmemorativas y auspicios), de la que venimos ocupándonos
desde la fundación de este blog. Valiéndose de campañas de márquetin
gratuitas, que utilizaban todas las vías publicitarias posibles
(televisión, radio, internet, prensa, organismos parasitarios,
congresos internacionales de la lengua...) para crear expectación
sobre sus futuras publicaciones incluso con cinco años de antelación;
ampliando (a dedo) sus casas editoras para mejorar su distribución en
América, y escogiendo fechas de publicación estratégicas como las
semanas previas a la Navidad, la RAE y sus asociadas han logrado
cifras de ventas verdaderamente exorbitantes para obras que no son
precisamente lectura ligera para el común de los hablantes.
Sólo la 22.ª edición del Diccionario de la RAE vendió 400 000
ejemplares en los seis meses que siguieron a su publicación, en el
2001. El Diccionario panhispanico de dudas alcanzó los 200 000
ejemplares vendidos en el mismo periodo. Y la reciente publicación
(exclusivamente en papel) de los dos primeros volúmenes de la Nueva
gramática de la lengua española al nada reducido precio de 120 € logró
situarse, en su primera semana de recorrido comercial, en el número
uno de obras de no ficción vendidas en España, y en sólo dos meses
vendió más de 60 000 ejemplares. Sin embargo, ni de estos dos primeros
volúmenes ni de su edición manual posterior hay aún versión disponible
en línea. Las academias del español no suelen ofrecer en abierto sus
obras hasta haber alcanzado unos ciertos resultados comerciales con la
venta de las ediciones en papel. Y todo ello sin que ninguna de las
editoriales que publican sus obras haya tenido que ganar ningún
concurso público; el carácter jurídico de las reales academias como
corporaciones científicas de derecho público las exime de cumplir la
legislación aplicable en las administraciones públicas.
Para la próxima edición de su Ortografía, la RAE y compañía no han
dudado en dar un paso adelante y poner en práctica técnicas
promocionales adaptadas a los nuevos tiempos, y en una escenificación
a todas luces cuidadosamente estudiada, han pasado los últimos días
reunidos en San Millán de la Cogolla debatiendo, supuestamente,
diversos aspectos normativos todavía por consensuar y anunciando y
desmintiendo, por boca del director de la RAE o del coordinador de la
Ortografía (Salvador Gutiérrez), novedades normativas que no lo son
tanto con dos evidentes intenciones:
1) hacer que, a pocas semanas de publicarse, la nueva Ortografía esté
ya en boca de todos;
2) fomentar la imagen (insistimos: imagen) de unidad, equidad y
consenso sobre la que se sostiene la nueva política lingüística
panhispánica.
Cuando decimos «debatiendo, supuestamente» no hablamos por hablar. Por
habituados que estemos, en esta bitácora de correctores, traductores y
editores de texto, al desenfreno de los calendarios de producción
editorial, no nos cabe en la cabeza que una obra que ha de publicarse
sobre el 13 de diciembre no tenga aún un original acabado; y más
improbable nos parece que se publique en esa fecha si hay que creer
que a ese original no se le dará el carpetazo definitivo hasta el 28
de noviembre en la FIL de Guadalajara (México), como vienen anunciando
los académicos. En quince días no se corrige, compone, vuelve a
corregir, compagina, imprime, encuaderna y distribuye una obra, y
menos una de 800 páginas y con ilustración. Semejante discordancia en
las fechas nos lleva a pensar que, o bien el original está acabado y
compuesto y están trabajando sobre la maqueta —y aun así sólo una
chapuza permite cumplir con la fecha de publicación—, o bien la obra
está impresa y en almacén y todo esto no es más que una pamema
des-co-mu-nal, que pone en evidencia, una vez más, que los que mandan
en la RAE y la Asale se creen que la gente es imbécil. Y, de hecho,
mientras se les siga el juego, no se les da motivos para pensar lo
contrario.
Que les sigamos el juego, inevitablemente, es justo lo que han logrado
con el hábil anuncio de polémicas «novedades» en aspectos sensibles de
la ortografía (esos que todo el mundo aprendió en la escuela y lleva
grabados a fuego), logrando esta vez que piq