El catálogo de Microsoft
incorpora por fin una fuente española, la Ibarra Real, del siglo XVIII.
A diferencia de Alemania o Italia, España no cuenta con un tipo
asociado a su idiosincrasia. Una exposición reivindica la herencia
tipográfica como parte de nuestro patrimonio cultural.

        
        
        
              
                                
            
        En
pleno siglo XXI, la idea de teclear letras creadas hace siglos resulta
curiosa. Aunque lo hacemos con más frecuencia de lo que creemos: por
ejemplo, al usar la omnipresente Bodoni. Una tipografía del siglo XVIII
que hoy da forma a innumerables logotipos (entre ellos, el de Giorgio
Armani y la revista Vogue). Resulta llamativo que esta fuente,
considerada una obra maestra, no forme parte del catálogo tipográfico
de Microsoft (es decir, las fuentes que vienen por defecto en el
sistema operativo de casi todos los PC), lo que invita a pensar que no
están todas las que son ni son todas las que están. Sin embargo, en
breve la empresa de Windows revalorizará su catálogo incluyendo la
Ibarra Real, considerada la primera tipografía genuinamente española.



        

        
      
       
          
        






Familia tipográfica diseñada por J.M.Ribagorda, basada en los tipos
de Jerónimo Gil que se utilizaron para la edición de El Quijote de la
Academia Española en 1780.- 


        
        

        
                                               
                                    
                           
          
          
                                          
                                        
          
            
          

          

                        
        
        
            
        
        
        














Esta fuente fue creada por Jerónimo Gil y fundida para la edición de El Quijote
impresa por Joaquín Ibarra en 1780. Más de dos siglos después, José
María Ribagorda, tipógrafo y profesor de diseño, dirige, con el apoyo
institucional de la Calcografía Nacional, el proyecto de recuperación y
digitalización de este tipo legendario. "No es mi intención defender
una tipografía genuinamente española", aclara Ribagorda, "sino la
puesta en valor de nuestro patrimonio y la creación de una paleta
tipográfica propia. Al igual que defendemos una arquitectura, una
música o una pintura que construya nuestro patrimonio cultural.
Quitemos carga ideológica y pensemos en una ciudad como Madrid con tres
marcas: la del Ayuntamiento, con una tipografía, la Gill, de claro
carácter londinense, y la de la Comunidad y la marca Madrid, con la
Helvética, una letra de estilo neutro que igual se usa para un banco
que para una esponja de cocina. ¿Es posible reconocer la gráfica
madrileña de cara al exterior con tipografías tan poco identitarias?".


Lo
cierto es que la Ibarra Real no enarbola simbología patria alguna, es
española porque fue producida íntegramente en España. En una época en
la que, al igual que ahora, lo habitual era la importación: en este
caso, costosas matrices y tipos de imprenta. Para Álvaro Sobrino,
presidente de DG-FAD, Asociación de Diseñadores y Directores de Arte,
el pasaporte sirve "para poner en el mapa la tipografía española, algo
que favorecerá a los tipógrafos de nuestro país. Hay nombres como Laura
Meseguer, Andreu Balius o Íñigo Jerez, que están en primera línea de la
tipografía actual. Si la Ibarra Real sirve para que se sepa que aquí
existió una importante tradición y que hoy tenemos grandes tipógrafos,
merece la pena".


Cuando cuesta relacionar política con diseño,
hay que recurrir a la historia: Carlos III impulsó momentáneamente la
industria española del libro en la segunda mitad del siglo XVIII.
Dentro de ese contexto, la edad de oro de la tipografía española (con
un siglo de retraso frente a la industria tipográfica europea), nace la
Ibarra Real, hoy objeto de culto en una exposición itinerante, y mañana
una fuente digitalizada de uso común. Cosa que a juicio de José María
Ribagorda no le resta valor: "Esta letra es un proyecto institucional
sin ánimo de lucro. Su distribución gratuita por diferentes vías,
incluida Microsoft, no hace su uso masivo, sino que hace universal su
conocimiento y capacidad de acceso". Álvaro Sobrino coincide: "¿Se ha
desprestigiado la Helvética por su uso extendido? Al contrario, sigue
siendo una de las más valoradas por los diseñadores. Es una cuestión de
calidad, y la Ibarra Real la tiene". A juicio de Álvaro, la alianza con
Microsoft es totalmente positiva: "Me parece una noticia espléndida,
siempre que no conlleve una exclusividad. El proceso de actualización y
digitalización ha sido realizado con fondos públicos, y el resultado
pasa a ser de dominio público. Es un modelo que debería extenderse, no
tiene mucho sentido que se financie la creación cultural para luego
vetar su disfrute a quienes la han pagado, que son los ciudadanos".


Y
ahora, para que todo tenga realmente sentido, habrá que empezar a
aplicar esta nueva y, a la vez, vieja tipografía. Álvaro Sobrino la
recomienda para cuerpos de texto: "No para titulares. Es elegante, para
el disfrute físico de la lectura. No dudaría en usarla para un libro de
poemas. Como logo, quizá no está en sintonía con las tendencias
actuales, pero por su carga histórica podría funcionar para la
identidad institucional". José María Ribagorda concluye, como buen
docente, con una frase magistral: "Las tipografías no eligen sus
marcas. Una buena marca debe saber elegir su tipografía".


http://www.elpais.com/articulo/portada/tipografia/espanola/PC/elppor/20091127elptenpor_5/Tes


                                          
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