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strategie per la comunicazione indipendente
http://www.rekombinant.org/media-activism
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[ in questi giorni madrid e' attraversata da imponenti manifestazioni 
contro la guerra che hanno bloccato la citta' http://madrid.indymedia.org 
questo incontro sul copyleft e' una importante occasione di incontro per 
molte realta' europee. di sicuro gli rk invitati potevano segnalarlo
prima in lista. /m ]




MADRID 27-30 MARZO

Copyleft :: Jornadas de debate en torno a la propiedad intelectual

http://sindominio.net/copyleft


"Somos creadores públicos, no artistas sedientos de festivales y 
canapés" (Álex de la Iglesia)

El último fin de semana de marzo (27, 28, 29, 30) de 2003 se van a 
celebrar unos encuentros en Madrid -en el Centro Social Okupado 
Autogestionado Laboratorio 03 y en la Casa Encendida, ambos en 
Lavapiés-, organizados por la Universidad Nómada junto a numerosos 
colectivos y personas del entorno del software libre, la libre 
distribución de conocimientos, el movimiento estudiantil, los medios 
alternativos de comunicación, etc., con la intención de imaginar 
formas prácticas de promover la libre distribución de los saberes y 
de abrir espacios críticos de debate colectivo inscritos en el seno 
del conflicto que las nuevas tecnologías de la comunicación, los 
nuevos derechos reivindicados y las nuevas formas de producción han 
introducido en el corazón de nuestra organización social.

En un principio, se nos ocurrió que esos encuentros podían darse bajo 
el título general de "estados generales de la cultura", pero había 
algo que nos disgustaba profundamente en los discursos de la 
izquierda "ortodoxa" (mejor que tradicional, ¿o acaso no tiene la 
izquierda herética una larga tradición de actos violentos, rupturas, 
reivindicaciones increíbles y estrategias imparables?) sobre la 
mercantilización de la cultura, algo que parece estar mal enfocado y 
tener escasa operatividad política, amén de ser asquerosamente 
elitista. Esos discursos "ortodoxos" lamentan que el "mal gusto" 
asociado a las "masas" se haya apoderado de la cultura, de la mano de 
un mercado que banaliza todos los productos para que su digestión 
rápida deje vía libre a un consumo acelerado, y acaban reclamando 
siempre al Estado que frene esa colonización intolerable, que 
comprenda la excepcionalidad de los bienes culturales y colabore 
activamente a la reconstrucción de un ámbito de la vida (el ocio) 
donde pueda darse un disfrute de obras de calidad. Este punto de 
vista es ciego a lo esencial: la cultura no es un ámbito de "obras 
del espíritu" que uno puede consumir en su tiempo de ocio, sino que 
también es información, lenguaje, modos de vida, gustos, modas, 
estilos, etc. Exactamente lo que hoy en día se pone a trabajar, lo 
que se explota fundamentalmente en nuestro paisaje posfordista, en el 
que la frontera entre producción y reproducción se difumina 
ampliamente y el capital devora todos los átomos de nuestra vida 
cotidiana.

Por tanto, como querían las vanguardias artísticas desde el dadaísmo 
al situacionismo, la cultura no está de ningún modo desvinculada de 
la vida cotidiana, aunque la racionalización capitalista vacíe muchas 
veces de todo contenido fuerte las cualidades creativas y 
relacionales, sino que es el campo de batalla político. La cultura, 
entendida en sentido amplio como todo aquello que supera la dimensión 
instrumental o funcional de la sociedad, es ese océano de historias 
que atraviesan, conforman, desestructuran y recomponen una y otra vez 
nuestra percepción, nuestra memoria, nuestra imaginación. Son 
historias que no están sólo en los libros, como querría hacer creer 
cierta crítica cultural "ortodoxa", sino también la música, el 
software, las ideas que van y vienen, la disposición del espacio 
urbano, etc. Todo lo que nos "educa", todo lo que da forma a nuestros 
valores (lo que tiene importancia y lo que no), a nuestra imagen del 
mundo y de nosotros mismos. Ese es el punto de vista de los 
encuentros de marzo.

Pero, al parecer, algunos quieren que sólo se cuenten sus historias, 
que la gente pague por ellas mucho más de lo debido, que creamos que 
sólo algunos elegidos (artistas, pensadores, etc.) pueden crear 
historias. Son los que están impulsando en todos los terrenos (salud, 
edición, música, software, etc.) leyes de propiedad intelectual que 
atentan contra la libre circulación de ideas, amenazando con 
privatizar el cerebro colectivo y criminalizando la compartición de 
saberes. Son los que montan meses antipiratería, los que promueven el 
bombardeo mediático que identifica la cooperación y la circulación de 
ideas bajo la lógica del don con asaltar barcos y desvalijar a sus 
pasajeros, los que animan la corrupción de la ciudadanía estimulando 
la delación sobre copias no autorizadas (Monsanto tiene incluso una 
línea gratis de teléfono para atender los soplos), los que pretenden 
privatizar ese océano de historias y secarlo mientras lo van 
vendiendo, precarizando aún más la vida y el trabajo de los que 
forman verdaderamente las corrientes profundas que hacen la historia. 
En el conflicto en torno al copyright hay dos modelos sociales en 
liza: la cooperación sin mando y la guerra de todos contra todos.

Se fundan en una idea completamente ilusoria de lo que es el hecho 
creativo, en la figura del "artista individual y propietario" que no 
debe nada a nadie, algo completamente falso. Toda creación se basa en 
creaciones de otros, en reelaborar pautas que otros inventaron, en 
resignificar la enorme herencia de bienes no materiales que compone 
el patrimonio colectivo: por encima de todo el lenguaje, que todos 
disfrutan y nadie posee. Como se sabe, Marco Polo copió la brújula, 
el arte de la seda, la pólvora o el uso del carbón, Shakespeare 
pirateó una y mil ideas de su contrincante Marlowe, los ordenadores 
son posibles porque Von Neumann no patentó sus investigaciones en el 
campo de la informática, el cine es posible porque algunos piratas 
emigraron a Hollywood para desobedecer la patente de Edison, etc. Una 
idea de la creación muy alejada de la "inspiración difusa" y el 
"genio torturado", visiones estéticas del proceso creativo y 
productos de un marketing (ciertamente efectivo) para "vender" 
imágenes de "artistas" acompañando a productos (discos, libros, 
películas). Sin el libre intercambio de ideas no hay cooperación, que 
es la base material de las actividades creadoras. Y es ese libre 
intercambio de ideas el que ponen en peligro las medidas oligarcas y 
represoras en materia de propiedad intelectual: las dificultades cada 
vez mayores para fotocopiar textos (¡en nombre de la lectura!), las 
tentativas de legislar y dejar fuera relaciones sociales 
tradicionales (como prestar un libro, en el caso de los libros 
electrónicos, o grabar una canción a un amigo), las patentes sobre 
software que amenazan el progreso de la computación, la apropiación 
privada y terrorista de bienes comunes como los medicamentos y las 
semillas, etc.

¿Pero acaso se gastan esas historias de las que hablamos, se gasta la 
música, las ideas, las formulaciones matemáticas, los poemas? ¿Por 
qué no iba, pues, a protegerse el libre acceso de todos a estos 
"bienes infinitos" (sobre todo cuando se exige en casi cualquier 
trabajo una formación cultural)? Las nuevas técnicas de reproducción 
digital y transmisión de la información abren posibilidades inéditas 
al abaratamiento de los costes y a la universalidad del disfrute de 
las distintas manifestaciones de la creatividad humana. Es mentira 
que los "derechos de autor" (que son derechos de la industria sobre 
los autores y sobre los usuarios) protejan la calidad o el libre 
acceso: sirven sólo para que los productores se aseguren sus 
beneficios privatizando las "tierras comunales creativas", lo que 
debiera ser de todos.

Las jornadas de marzo se plantean varios objetivos. Por un lado, un 
acceso al tema de la propiedad intelectual y la propiedad industrial 
de carácter más teórico, en el que se van a analizar los diversos 
fundamentos jurídicos del copyleft, las licencias abiertas de copia, 
las luchas en el ámbito de las patentes sobre la vida, las fuentes 
anónimas y colectivas de la creación, etc. Y que incluirá también una 
aproximación a las nuevas lógicas conflictuales de producción (la 
llamada producción inmaterial de los brainworkers -trabajadores del 
cerebro), inscrita en el horizonte del desmantelamiento de la "net 
economy" (economía de red, economía inmaterial, cooperativa, etc) y 
la imposición de la lógica de guerra en el corazón de nuestras vidas, 
la war-economy y sus distintas aplicaciones (orientación de la 
producción de conocimiento hacia los saberes de guerra y de muerte, 
estrangulamiento de la cooperación y del libre despliegue de la 
subjetividad, etc.).

Por supuesto, se hará un repaso también en este contexto a la 
libertad de información, a la privatización de los saberes en al 
ámbito educativo y de los medios de comunicación. Entendemos también 
que estas jornadas tienen un eminente carácter de redimensión de "lo 
público": el derecho a la libre distribución debería ser una cualidad 
esencial en universidades, bibliotecas, fonotecas, etc., los sistema 
abiertos (víricamente abiertos, es decir, que extienden su libertad 
contaminando otros espacios y productos, haciendo libres a estos a su 
vez) son la base para un sistema democrático, algo que las nuevas 
leyes del copyright y su concepción esencial nos niegan, convirtiendo 
en mercancía cualquier tipo de expresión ciudadana (ideas, melodías, 
software, imágenes, etc.).

Pero a la hora de organizar los encuentros se ha partido de una 
perspectiva claramente propositiva: no sólo se trata de analizar y 
reflexionar en común entre hackers, músicos, editores, 
distribuidores, activistas de medios de comunicación alternativos, 
etc., sino también de organizar modalidades de trabajo y distribución 
que no ahoguen la creación colectiva ni restrinjan el derecho a 
copia. No queremos componer simplemente un "catálogo de agravios", 
otro gesto impotente y marginal, sino avanzar políticamente en la 
elaboración de formas de autoorganización y licencias libres, en los 
experimentos de libre copia que son viables prácticamente. Redefinir 
el copyleft en un sentido amplio como un eje fundamental de los 
movimientos políticos a la altura de estos tiempos que corren a toda 
velocidad y sus envites políticos.

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