Los cementerios se llenaron de vida

Ayer, los difuntos convocaron a los familiares que les dijeron de nuevo adios en distintos puntos de La Paz. Los rezadores  cosecharon pan.

Gabriel Mamani descansa, desde hace 12 anos, en lo alto de un cerro. Desde alli, la ciudad de La Paz puede parecer un espejismo. Sobre todo si, como ayer, del Valle de las Flores, en Pampahasi, se apodera una actividad febril: con gente yendo y viniendo, acarreando flores y panes, cantando, orando o tocando tarkas y wankaras. Entonces, la urbe que aparece al frente de este cementerio popular resulta demasiado silenciosa y lejana...


Ayer, los familiares de Gabriel Mamani fueron a visitarle y le hablaron y hablaron de el como si todavia respirara. Se sentaron sobre su tumba ?que decoraron con coronas de nylon de colores? y alli se quedaron pese a la lluvia y al viento helado que soplo antes del mediodia. Jose, el hijo, conto:  “La familia ya ni se pone de acuerdo, simplemente venimos cada 2 de noviembre para que mi papa sepa que no le olvidamos. A veces, es la unica oportunidad para que los vivos nos reunamos”.

Tumbas mas abajo, Doroteo Velasquez, muerto hace 15 anos, recibia la visita de su esposa Primitiva. “Yo misma le he hecho las t'antawawas para pagarles a quienes me ayudan a rezarle, a pedirle que siempre me acompane y me proteja... ?Joven, venga a ver, recemelo para un muerto antiguo... Las Campanitas de Belen cantemelo... Ya, una vez mas, pero ahora vas a rezar para las almas olvidadas”.

En otro lugar de la ciudad, en el camino hacia los Yungas, el cementerio de Chuquiaguillo vivio tambien el rito en torno a la muerte. Mucho mas festivo, quizas por la cantidad de gente congregada en torno a las tumbas a flor de tierra. Y por la mayor cantidad de musicos, algunos ya bastante entonados a eso de la una de la tarde, por el alcohol con que los deudos premian su trabajo,

En este dinamico ambiente, imposible no reparar en Camila, Feliciano, Pedro, Virginia... nombres pintados a mano y de cualquier manera en cruces de madera o sobre trozos de piedra. Muertos muertos, al no tener quien vaya a comer con ellos y convertir sus moradas en mesas repletas de pan, pasancallas, canas de azucar y bebidas para escanciar la merienda ritual.

Tambien en Chuquiaguillo cayo la lluvia. Pero nadie se movio ni iba a hacerlo hasta las seis de la tarde al menos.

?“Muerto nuevo es, wawita era”, explica la madre vestida integramente de negro.

?“Angelus wawa... angelituy”, responde la voz del nino rezador que, con un trozo de papel empapado, del que va leyendo la letra, canta y ora mezclando el aimara o el quechua con el castellano. “Ya esta”, termina y recibe el pan que guarda en una gran bolsa mientras busca a otra familia para ayudarla a rezar.

A este lugar, pasando por Villa Fatima, se le esta acercando cada vez mas la ciudad hecha de ladrillo. Lo que resulta una pena pues al mismo tiempo se destruye el paisaje dibujado por los cerros y nevados que sirven de marco a este camposanto.

Donde los familiares no pudieron ingresar con la comida y bebida de rigor fue al Cementerio General. Lo que, sin dejar de importar a quienes tienen a sus muertos en este sitio, fue rapidamente reparado. Detras, en la zona de Chamoco Chico, desde hace tiempo que las almas tienen algo asi como una sucursal.

Hombres, mujeres, jovenes, ninos... Cientos de ellos toman las calles que entonces parece una feria: hay un carrusel, juegos de azar, restaurantes callejeros. Pero sobre todo y a cada paso, una tumba simbolica que recuerda que es la fiesta de los difuntos. Los altares armados con canas, decorados con tokoros (la flor de la cebolla) y alimentados con panes en forma de ninos, cholitas, peces, caballos, escaleras, etc., son coronados con cuadros en los que se lee el nombre del fallecido y la fecha del fatal suceso. No falta la fotografia desde la que sonrie “el (o la) que en vida fue...”.

Los rezadores cosecharon bastante, como en otros cementerios, oficiales o clandestinos.

Voces cantantes

Una cancion ?
“Alabado sea el Senor, Sacramento del Altar. El pan se mancho con la leche original. Y la vi concebida sin pecado original”. (Oracion cantada por un joven rezador en Chuquiaguillo).

Una poesia ? “Alla vienen dos palomas, una blanca y otra negra. La blanca esta ganando pues es la Virgen Maria”. (Un hombre cubierto por harapos, hincado sobre la tumba, conquisto con estos versos a una viuda que le lleno de pan).

Los ninos ?  Con enormes saquillos al hombro, empapados por la lluvia y con los pies cubiertos de lodo, decenas de ninos se dedicaron a desglosar un repertorio  a veces aprendido de memoria, a veces cantado con ayuda de un chanchullo. “Las voces de los angelitos llegan al cielo”, justifico el deudo de Celestina Mamani.





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