Bush ante un mundo hostil
                                  Un artículo de Alberto J. Lapolla        
                  18-02-2003

Todo llega
Hace  treinta años, el jefe de la estrategia  imperial
norteamericana ‘el mayor  criminal de guerra aun en
libertad del siglo XX’ -al decir de Gore Vidal- el
asesino de Allende; don Henry Kissinger  publicó en
Clarín un artículo anticipatorio que  titulaba Estados
Unidos ante un mundo hostil, mostrando un mapa del
mundo donde los países socialistas y los del Tercer
Mundo que seguían la vía no capitalista de desarrollo
eran mayoría, ocupando la totalidad de Europa, Asia,
África y América Latina, restando sólo como potencia
fiel al capitalismo y a su sistema
nacional-chauvinista-agresor los Estados Unidos,
incluso su aliado incondicional Gran Bretaña  era
visto próximo a caer bajo la influencia del gran oso
soviético ya que para la derecha norteamericana la
socialdemocracia de los 70 era quasi comunista.
Kissinger alertaba -y amenazaba- que los Estados
Unidos no podían permitir esta extinción anunciada de
su  particular dominio del mundo -hamburguesas,
Coca-Cola, multinacionales, marines y Hollywood
mediante- y reclamaba una actitud activa de USA contra
el  seguro dominio comunista del mundo.  Fue así que
la Casa Blanca contraatacó y América Latina pagó con
más de  350.000 muertos -30.000 de los cuales fueron 
argentinos- la destrucción de su ola revolucionaria de
los ‘70, abriendo paso  a las dos décadas de
neoliberalismo que devastaron sus sociedades
devolviéndola a la situación colonial de los tiempos
anteriores a las dos guerras mundiales. La derrota de
la Revolución Latinoamericana -al costo de los
genocidios guatemalteco, argentino, salvadoreño,
hondureño, el derrocamiento y asesinato de Allende, la
invasión de la Nicaragua sandinista por los
gestapistas de la Contra  y el establecimiento de los
regímenes neonazis en todo el subcontinente- paralizó
y derrotó la propia marcha de toda revolución en el
mundo occidental,  sentando las bases para la
extensión del neoliberalismo -forma del capitalismo
desembozadamente imperial, prekeynesiano y como claro
intento estratégico de destrucción de los mercados
internos como forma de reducción y eliminación del
ejército social-político-militar  enemigo; es decir 
la población trabajadora y sus aliados- así como para
el colapso del  anquilosado sistema soviético y su
particular socialismo policial, gerencial y
burocrático,  bajo el doble peso de la brutal carrera
armamentista impuesta por Reagan y Tatcher -dispuestos
a cumplir a rajatabla el plan de Kissinger- que llevó
al agotamiento a su paralizada economía, así como por
su necedad y total inmovilidad teórica, política y
revolucionaria desde hacía ya muchas décadas.
Así las  cosas,  los EE.UU., pudieron evitar la
previsión de don Henry, y llegaron al 2000 como única
potencia dominante para descubrir que la omnipotencia
suele concluir en la impotencia más pertinaz.

Vamos que todo vuelve viejo Discepolín.... 
Hoy la derecha norteamericana  -cada vez mas parecida
al Hitler que ellos ayudaron a instalar en el poder en
Alemania para destruir al movimiento obrero
revolucionario europeo de los treinta y a la URSS-
descubre que el haber derrotado a la URSS y al
movimiento revolucionario latinoamericano de los ‘70
no pudo evitar sin embargo que la maldición del viejo 
Karl Marx sobre la ineluctable crisis del capitalismo,
comenzara a estallarle en las manos. El costo de haber
derrotado al proceso revolucionario anterior y de
haber impuesto la pax-americana en el resto del mundo
tuvo tal magnitud de crímenes, bestiarios, atrocidades
y actitudes imperiales impunes y desembozadas que hoy
el clown Bush (h) a cargo de representar el cargo
-robado, eso sí- de jefe de los hampones  y cowboys de
Chicago, Detroit y Wall Street a nombre de los jefes
del complejo militar-industrial-financiero, descubre
que se encuentra ante un mundo hostil, sin comprender
como la profecía de Don Henry  estalla ahora en sus
manos pese al enorme esfuerzo realizado por su padre y
el otro clown que lo precedió en los ochenta, en el
exterminio del peligro rojo y tercermundista.
La crisis del capitalismo norteamericano es de tal
magnitud que el complejo militar-industrial no podía
aceptar el triunfo de Al Gore como eligieron los
estadounidenses ya que su simple decisión de cumplir
el protocolo de Kyoto sobre el calentamiento global y
de continuar y avanzar en las políticas neokeynesianas
de Clinton hubieran obligado al núcleo central del
poder económico norteamericano a altas inversiones 
para reordenar y modernizar su atrasada industria
-respecto de Alemania y Japón. Por otra parte el
crecimiento y la enorme potencia expresada por el 
movimiento antiglobalizador que ya había llegado a las
propias  costas estadounidenses  -Seatle de por medio-
 por primera vez desde la guerra de Viet-Nam iba
adquiriendo una magnitud y una extensión política
anticapitalista, libertaria y antiimperialista  nunca
vista antes -tal vez desde la extensión del movimiento
anarquista a principios del siglo XX- lo cual hacía
pensar a los nazis de Washington  que no era el
partido de los Clinton, los Gore y las Lewinsky  el
que podría conducir el proceso de disciplinamiento y
aplastamiento de los indóciles antiglobalizadores, los
pueblos sublevados contra el Tío Sam  y la aparición
de nuevas potencias -China, Japón, Sudeste Asiático, 
Comunidad Europea- que desafiaban la derretida
hegemonía norteamericana y el sacrosanto dominio del
dólar, ya quebrado por la aparición del Euro que ya le
impedía realizar lo que había considerado un juego de
niños: someter toda América Latina al ALCA y a la
dolarización, permitiendo el flujo total e
incontrolado de las riquezas restantes en el
continente de las venas abiertas, hacia las costas
yanquis.  Las condiciones no permitían repetir la
operación John Kennedy, Robert Kennedy, Martin Luther
King y Malcom X, así que era mejor un buen fraude y su
convalidación por la corte suprema. Luego con el saber
de la CIA -papá Bush- y la mafia petrolera -Chaney,
Rove-  verían como inducir al terror a la escasamente
politizada y televidente población  estadounidense.
Las torres gemelas -llenas de trabajadores
latinoamericanos- fueron tan útiles al poder erectas
como derrumbadas. De entrada nomás impidieron el
triunfo del sandinismo en Nicaragua: una obsesión para
la derecha norteamericana.  El plan era fácil:
Afghanistán, Venezuela, Irak, tal vez Corea del Norte,
Libia, debían conocer el  rigor de los marines, los
bombardeos a distancia y los golpes de Estado, había
que impedir que Lula fuera presidente de Brasil, para
luego  mandar tropas a Colombia liquidando a las FARC 
 y todo bajo control....

¿Y Bolívar de donde salió?
Afghanistán fue relativamente fácil y televisivo, con
batallas de ficción, enemigos inventados, un lugar
remoto, inhóspito y con esos talibanes promovidos por
papá Bush tan apropiados para ser demonizados,
modernizados y civilizados. Pero luego ya en abril del
2002 los  gángsters de la Casa Blanca descubrieron que
algo había cambiado: pese a que Chávez parecía un
típico caudillo latinoamericano más, no fue posible
voltearlo a la manera tradicional del Gran Garrote.
Sorprendentemente pese a haber sido derrocado durante
el día reapareció en el poder por la noche, rodeado
por militares tan negros y mestizos como él y más
desconcertantemente aun por varios millones de
venezolanos que bajaron de los cerros a defender su
gobierno cuando constataron que se venía una dictadura
fascista de generales y empresarios prolijos, blancos
y neoliberales. Fue a partir del fracaso de la
contrarrevolución en Venezuela que Bush empezó a
conocer el sabor del Viagra y a pensar -tal vez sea
posible- que a lo mejor no era sólo la URSS la única
que había perdido con el fin de la guerra Fría. Luego
como en una pesadilla comenzó la generalizada rebelión
latinoamericana: Bolivia, Ecuador, Perú, la rebelión
argentina que demolió al partido norteamericano en el
poder desde 1976 y vino el triunfo de Lula en Brasil 
y la evidente derrota de la contrarrevolución
bolivariana con su consiguiente profundización
revolucionaria. De hecho hoy por hoy el Plan Colombia
es militarmente inaplicable pese a que el traidor a la
patria Uribe clame por la invasión yanqui a su país,
al mejor estilo de Zomoza.
La  reaparición de Bolívar y la rebelión generalizada
de los pueblo andinos así como la instalación de un
nuevo movimiento popular en la Argentina ha tomado por
sorpresa a los Bush y cía que siguen mirando el mundo
con los ojos de la guerra fría sin comprender que la
misma ya terminó y los EE.UU., han perdido toda
legitimación de su dominio. para los pueblos del mundo
EE.UU., ya no es ni por asomo el país de la libertad
-si es que alguna vez lo fue- sino el gendarme
sangriento que ataca, mata, bombardea y saquea a
destajo a los pueblos más humildes de la tierra. Sin
la Guerra Fría y la URSS no hay muro ni máscara detrás
de donde esconderse; el capitalismo norteamericano hoy
se muestra desnudo ante el mundo y la imagen que
ofrece es aterradora, nada lo puede disimular. Bush y
su equipo aun no lo entendieron.

Irak no es Afghanistán...
A principios del siglo XX, luego de cuatrocientos años
 de expansión europea occidental y cristiana contra
todos los demás pueblos y culturas de la tierra
restaban 500 millones de musulmanes. Hoy suman más de
1.500 millones, siendo  la religión que más ha crecido
en el mundo, como una esperanza de redención y
justicia para cientos de millones de desheredados del
planeta. Y ese islamismo que crece después del colapso
de la URSS y los partidos comunistas es esencialmente
popular, antinorteamericano, antiisraelí y
antiimperialista. Este despliegue creciente de fuerzas
mundiales antiyanquis hacen probable que EE.UU., no
pueda atacar Irak y   que si lo hace comience su
colapso imperial tal como Francia e Inglaterra
debieron recular su ataque contra Nasser en los ‘50,
iniciando su ocaso colonial. EE.UU., quiere atacar a
Irak para frenar a Europa, a China y rediseñar el mapa
del Medio Oriente para fortalecer al pequeño Hitler de
allí:  Sharon y su apartheid israelí.  Es cierto que
desaparecida la URSS toda la política norteamericana y
en particular la de los republicanos -brutales,
toscos, racistas, preverbales, anticomunistas,
antipopulistas(sic), agresivos e imperiales- parece 
una clase del marxismo clásico: hoy es muy claro que
el capitalismo -en particular su etapa imperialista-
tiende al fascismo y a la pauperización de las masas
como la planta a la luz. Sin embargo pese a todo, no
parecen ser los tiempos para que Bush retome la posta
de don Adolfo;  los millones en la calle en su contra,
los pueblos latinoamericanos sublevados retomando su
revolución inconclusa, el gigantesco movimiento
antiglobalizador expresado en el foro mundial, la
claridad mundial sobre el objetivo de la guerra,  la 
propia oposición de las otras potencias imperialistas
señalan que, pese a que no es una batalla menor la que
está en juego, no parecen ser los tiempos de la guerra
fría los que corren y que Bush aun no entiende que
haber derrotado a la URSS no le da el derecho para ser
Teddy Roosevelt sino que devuelve el mundo  a la
lógica del acuerdo Kennedy-Kruschev sobre Cuba y
Turquía. No es el tiempo de Hitler, parecería que es
cada vez más el tiempo de  Rosa Luxemburgo y su
increíble profecía de 1914: Socialismo o Barbarie.


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