Osama Bin Laden:

Un guerrero de la CIA *
Michael Chossudovsky *

"Ni yo ni mis hermanos vimos evidencias de la ayuda estadunidense", decía,
citado por un ex agente de la CIA, el ahora enemigo número uno de Estados
Unidos, Osama Bin Laden. Sin embargo, las evidencias sobran. En un extenso
recuento, el autor reconstruye cómo las organizaciones radicales islámicas
fueron -y siguen siendo- un instrumento central de las operaciones
militares encubiertas de Estados Unidos en los Balcanes y en la ex Unión
Soviética. Se trata de la disputa por una región del mundo codiciada,
claro, por sus extensas reservas petroleras, y también porque produce tres
cuartas partes del opio mundial.

Unas pocas horas después de los ataques terroristas sobre el World Trade
Center y el Pentágono, la administración de Bush concluyó, sin evidencia
contundente, que "Osama Bin Laden y su organización al-Qaeda son los
principales sospechosos". El director de la CIA, George Tenet, declaró que
Bin Laden tiene la capacidad de planear "múltiples ataques con poca o
ninguna advertencia". El secretario de Estado, Colin Powell, calificó los
ataques como "un acto de guerra" y el presidente Bush confirmó en su
mensaje a la nación transmitido por televisión esa noche que "no haría
distinción entre los terroristas que cometieron estos actos y aquellos que
los protegen". El ex director de la CIA James Woolsey señaló el "patrocinio
estatal", dando a entender que uno o más gobiernos extranjeros eran
cómplices. En palabras del ex consejero nacional de Seguridad Lawrence
Eagleburger: "Mostraremos que cuando nos atacan de esta forma somos
terribles en nuestra fuerza y en nuestra respuesta".

Mientras tanto, arremedando declaraciones oficiales, el mantra de los
medios occidentales ha aprobado el lanzamiento de "acciones punitivas"
dirigidas contra blancos civiles en el Medio Oriente. En palabras de
William Saffire en The New York Times: "Cuando hayamos determinado
razonablemente las bases y campamentos de nuestros atacantes debemos
pulverizarlos (minimizando pero aceptando el riesgo de daños colaterales) y
actuar abierta y encubiertamente para desestabilizar a los anfitriones
nacionales del terror".

El siguiente texto delínea la historia de Osama Bin Laden, los vínculos de
la jihad islámica con la formulación de la política exterior estadunidense
durante la Guerra Fría y sus consecuencias.

Guerra contra los ateos

El principal sospechoso de los ataques terroristas en Nueva York y
Washington, catalogado por la FBI como un "terrorista internacional" por su
papel en los atentados contra las embajadas estadunidenses en Africa, el
saudita Osama Bin Laden, fue reclutado durante la guerra afgano-soviética
"irónicamente bajo el auspicio de la CIA para combatir a los invasores
soviéticos".1

En 1979 "la más grande operación encubierta en la historia de la CIA" fue
lanzada en respuesta a la invasión de la entonces URSS a Afganistán en
apoyo al gobierno pro comunista de Babrak Kamal.2

"Con el activo estímulo de la CIA y del ISI paquistaní (Inter Servicios de
Inteligencia), quienes querían que la jihad se volviera una guerra global
de todos los Estados musulmanes contra la Unión Soviética, unos 35 mil
radicales de 40 países islámicos se unieron a la lucha en Afganistán entre
1982 y 1992. Decenas de miles más llegaron a estudiar en los madrasahs
paquistaníes. Con el tiempo, más de 100 mil musulmanes radicales
extranjeros estuvieron directamente influenciados por la jihad afgana".3

La jihad islámica fue apoyada por Estados Unidos y Arabia Saudita con un
significativo donativo obtenido del comercio de la droga de la Golden
Crescent (N. de la T.: la Media Luna Dorada, zona montañosa en Irán,
Afganistán y Pakistán donde el opio se cultiva desde hace cientos de años).

"En marzo de 1985, el presidente Reagan firmó la Directriz de Decisión de
Seguridad Nacional 166... (la cual) autoriza una escalada en el apoyo
militar a los mujaidines, y dejaba claro que la guerra secreta afgana tenía
un nueva meta: derrocar a las tropas soviéticas en Afganistán a través de
acciones encubiertas y propiciar su retirada. El apoyo estadunidense
comenzó con un dramático aumento en el suministro de armas -hasta llegar a
65 mil toneladas en 1987- así como un 'incesante fluir' de especialistas de
la CIA y del Pentágono a los cuarteles centrales secretos del ISI
paquistaní para ayudar a planear las operaciones de los rebeldes afganos".4

La CIA, utilizando a la ISI paquistaní, jugó un papel central en el
entrenamiento de los mujaidines, al que se integraron las enseñanzas del
Islam: "Los temas principales eran que el Islam era una ideología
socio-política integral, que el sagrado Islam era violado por las tropas
soviéticas ateas, y que las personas islámicas de Afganistán deberían
reivindicar su independencia derrocando el régimen izquierdista afgano
impuesto por Moscú".5

La inteligencia paquistaní

El apoyo encubierto de la CIA a la jihad operó indirectamente a través del
ISI paquistaní; esto es, la CIA no canalizó su apoyo directamente a los
mujaidines. En otras palabras, para que estas operaciones encubiertas
tuvieran "éxito", Washington tuvo cuidado de no revelar el objetivo
principal de la jihad, el cual consistía en destruir a la Unión Soviética.

En palabras de Milton Beardman, de la CIA: "Noso-tros no entrenamos
árabes". Sin embargo, según Abdel Monam Saidali, del Centro para Estudios
Estratégicos en El Cairo, el Al-aram, Bin Laden y los "árabes afganos"
recibieron algunos "tipos de entrenamiento muy sofisticados avalados por la
CIA".6

Beardman, de la CIA, confirmó que Osama Bin Laden no tenía conocimiento del
papel que jugaba para Washington. En palabras de Bin Laden (citado por
Beardman): "Ni yo ni mis hermanos vimos evidencias de la ayuda
estadunidense".7

Movidos por el nacionalismo y el fervor religioso, los guerreros islámicos
no tenían idea de que estuvieran combatiendo al ejército soviético en
nombre del Tío Sam. Los líderes rebeldes islámicos en acción no tenían
ningún contacto con Washington ni con la CIA.

Con el apoyo estadunidense, el ISI paquistaní desarrolló una "estructura
paralela que ejercía un gran poder sobre todos los ámbitos
gubernamentales".8 El personal del ISI estaba compuesto por oficiales
militares y de inteligencia, burócratas, agentes secretos e informantes,
calculados en 150 mil.9 Las operaciones de la CIA fortalecieron el régimen
militar paquistaní dirigido por el general Zia ul-Haq:

"Las relaciones entre la CIA y el ISI se volvieron bastante cálidas tras la
remoción de Bhutto por el general Zia y el advenimiento del régimen
militar... Durante gran parte de la guerra afgana, Pakistán fue más
agresivamente antisoviético que el mismo Estados Unidos. Poco después de
que los militares soviéticos invadieron Afganistán en 1979, Zia (ul-Haq)
envió a su jefe del ISI a desestabilizar los Estados soviéticos en Asia
Central. La CIA sólo estuvo de acuerdo con este plan en octubre de 1984...
'La CIA fue más precavida que los paquistaníes'. Ambos, Pakistán y Estados
Unidos, asumieron una postura decepcionante frente a Afganistán, siguieron
una línea pública de negociar un acuerdo mientras en lo privado estaban
convencidos de que una escalada militar era la mejor opción".10

El triángulo dorado

La historia del comercio de drogas en Asia Central está estrechamente
relacionada con las operaciones encubiertas de la CIA. Antes de la guerra
soviético-afgana, la producción de opio en Afganistán y Pakistán estaba
dirigida a los pequeños mercados regionales. No había una producción
regional de heroína.11 Al respecto, el estudio de McCoy confirma que en los
años de la operación de la CIA "las tierras fronterizas entre Afganistán y
Pakistán se volvieron el productor número uno del mundo, proveyendo 60% de
la demanda estadunidense. En Pakistán, la población adicta a la heroína
ascendió de casi cero en 1979... a 1.2 millones en 1985, un incremento más
acelerado que en cualquier otra nación".12

"Los activos de la CIA controlaban este comercio de heroína. En cuanto los
guerrilleros mujaidines tomaban territorio en Afganistán, ordenaban a los
campesinos plantar opio, como un impuesto revolucionario. Cruzando la
frontera, en Pakistán, los líderes afganos y los cárteles locales bajo la
protección de la inteligencia paquistaní operaban cientos de laboratorios
de heroína. Durante esta década la agencia estadunidense de combate a las
drogas (DEA) no logró en Islamabad arrestos ni detenciones importantes...
Los oficiales estadunidenses se negaron a investigar a sus aliados afganos
por tráfico de heroína 'porque la política de narcóticos estadunidense en
Afganistán fue subordinada a la guerra contra la influencia soviética
aquí'. En 1995, Charles Cogan, ex director de la operación afgana de la
CIA, admitió que la corporación había sacrificado la guerra contra las
drogas para luchar en la guerra fría. 'Nuestra misión era hacerle el mayor
daño posible a los soviéticos. No teníamos ni los recursos ni el tiempo que
invertir en una investigación al comercio de drogas... No creo que tengamos
que ofrecer disculpas por ello. Toda situación tiene sus consecuencias...
Hubo consecuencias en el tema de las drogas, sí. Pero el objetivo principal
se logró. Los soviéticos dejaron Afganistán'".13

Después de la guerra fría

Al despertar de la guerra fría, la región de Asia Central no sólo es
estratégica por sus extensas reservas petroleras. También produce tres
cuartas partes del opio mundial, que representan ganancias multimillonarias
en dólares a los cárteles empresariales, instituciones financieras,
agencias de inteligencia y el crimen organizado. Las ganancias anuales del
comercio de la droga de la Golden Crescent (entre 100 y 200 mil millones
dólares) representan aproximadamente un tercio de las ganancias anuales
mundiales en drogas, calculadas por las Naciones Unidas en 500 mil millones
de dólares.14

Con la desintegración de la Unión Soviética, un resurgimiento en la
producción de opio se ha develado (según los cálculos de las Naciones
Unidas, la producción de opio en Afganistán en 1998-1999 -coincidiendo con
el incremento de las insurgencias armadas en las ex repúblicas soviéticas-
alcanzó un nivel sin precedente, con 4 mil 500 toneladas métricas).15

Poderosos cárteles empresariales en la ex Unión Soviética se aliaron con el
crimen organizado y compiten por el control estratégico de las rutas de la
heroína.

La amplia red de inteligencia militar del ISI no fue desmantelada tras el
fin de la guerra fría. La CIA continuó apoyando a la jihad islámica fuera
de Pakistán. Nuevas iniciativas encubiertas se pusieron en acción en Asia
Central, el Cáucaso y los Balcanes. El aparato militar y de inteligencia
paquistaní esencialmente "sirvió como un catalizador para la desintegración
de la Unión Soviética y el surgimiento de seis nuevas repúblicas ex
soviéticas en Asia Central".16

Mientras tanto, los misioneros islámicos de la secta wahhabi de Arabia
Saudita se habían establecido en las repúblicas musulmanas así como en la
Federación Rusa, infiltrando las instituciones del Estado secular. A pesar
de su ideología antiestadunidense, el fundamentalismo islámico estaba
sirviendo en gran medida a los intereses estratégicos de Washington en la
ex Unión Soviética.

Después del retiro de las tropas soviéticas en 1989, la guerra civil en
Afganistán no menguó. Los talibanes fueron apoyados por los deobandis
paquistaníes y por su partido político, el Jamiat-ul-Ulema-e-Islam (JUI).
En 1993, el JUI formó parte de la coalición gubernamental de la primera
ministra Benazir Bhutto. Se establecieron ligas entre el JUI, el ejército y
el ISI. En 1995, con la caída del gobierno Hezb-I-Islami Hektmatyar en
Kabul, el régimen talibán no sólo instaló un gobierno islámico de línea
dura, también "entregó el control de los campamentos de entrenamiento en
Afganistán a las fracciones del JUI..."17

Y el JUI, con el apoyo de los movimientos wahhabi sauditas, jugó un papel
básico en el reclutamiento de voluntarios para luchar en los Balcanes y en
la ex Unión Soviética.

Jane's Defense Weekly confirma que "la mitad del poder humano y del
equipamiento de los talibanes se originó en Pakistán bajo el ISI".18 De
hecho, parecería que tras el retiro de los soviéticos ambos bandos de la
guerra civil afgana continuaban recibiendo apoyo encubierto a través del
ISI paquistaní.19

En otras palabras, respaldado por la inteligencia militar paquistaní (ISI),
que a su vez estaba controlada por la CIA, el Estado islámico talibán
estaba en gran medida sirviendo a los intereses geopolíticos
estadunidenses.

El comercio de la droga de la Golden Crescent también fue usado para
financiar y equipar al Ejército Musulmán Bosnio (a principios de los
noventa) y al Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). En los últimos meses
hay evidencia de que mercenarios mujaidines luchan en las filas de los
terroristas del KLA-NLA en sus asaltos a Macedonia.

Sin duda esto demuestra por qué Washington ha cerrado los ojos al reino de
terror impuesto por el régimen talibán, incluyendo la evidente derogación
de los derechos de la mujer, el cierre de las escuelas para niñas, el
despido de empleadas de las oficinas gubernamentales y la puesta en
práctica de "las leyes Sharia de castigo".20

La conexión chechena

Los principales líderes rebeldes de Chechenia, Shamil Basayev y Al Khattab,
fueron entrenados y adoctrinados en campamentos patrocinados por la CIA en
Afganistán y Pakistán. Según Yossef Bodansky, director de la Fuerza de
Tarea en Terrorismo y Guerra No Convencional del Congreso estadunidense, la
guerra en Chechenia se planeó durante una cumbre secreta del HizbAllah
Internacional que se llevó a cabo en 1996 en Mogadiscio, Somalia.21 A la
cumbre asistieron Osama Bin Laden y altos oficiales de inteligencia iraníes
y paquistaníes. El involucramiento del ISI paquistaní en Chechenia "va más
lejos que brindar a los chechenos armas y asesoría: el ISI y sus apoderados
radicales islámicos están 'dando la línea' en esta guerra".22

El principal oleoducto de Rusia pasa por Chechenia y Daguestán. A pesar de
la condena al terrorismo islámico, los beneficiados indirectos de la guerra
chechena son los conglomerados petroleros angloestadunidenses que están
luchando por el control sobre los recursos petroleros y los corredores de
los oleoductos que salen de la cuenca del Mar Caspio.

Los dos principales ejércitos rebeldes chechenos, cuyas fuerzas se calculan
en 35 mil hombres, recibieron el apoyo del ISI paquistaní en su
organización y entrenamiento:

"(En 1994) los ISI paquistaníes arreglaron para que Basayev y sus tenientes
de confianza tuvieran adoctrinamiento islámico y entrenamiento intensivo en
combate guerrillero en la provincia de Khost, Afganistán, en el campamento
Amir Muawia, instalado a principios de los ochenta por la CIA y el ISI, que
estaba a cargo del famoso guerrero afgano Gulbuddin Hekmatyar. En julio de
1994, tras graduarse de Amir Muawia, Basayev fue transferido al campamento
Markaz-i-Dawar en Pakistán para llevar a cabo entrenamiento en tácticas
guerrilleras avanzadas. En Pakinstán, Basayev conoció a los más altos
oficiales militares y de inteligencia paquistaníes: el ministro de Defensa,
general Aftab Shahban Mirani; el ministro del Interior, general Naserullah
Babar, y la cabeza de la rama del ISI encargada de apoyar las causas
islámicas, general Javed Ashraf (ya todos jubilados). Sus conexiones de
alto nivel pronto le fueron muy útiles a Basayev.23

Tras su periodo de entrenamiento y adoctrinamiento, Basayev fue asignado
para dirigir el asalto contra las tropas soviéticas federales en la primera
guerra chechena en 1995. Su organización también había desarrollado
extensos vínculos con cárteles criminales en Moscú así como ligas al crimen
organizado albanés y al Ejército de Liberación de Kosovo. En 1997-1998,
según el Servicio de Seguridad Federal, "los guerreros chechenos comenzaron
a comprar propiedades en Kosovo... a través de varias empresas de bienes
raíces encubiertas en Yugoslavia".24

La organización de Basayev también ha estado involucrada en una serie de
escándalos, incluyendo narcóticos, espionaje telefónico, sabotaje de los
oleoductos de Rusia, secuestros, prostitución, comercio de dólares falsos y
contrabando de material nuclear.25 Al lado del extendido lavado de dinero,
las ganancias de varias actividades ilícitas fueron canalizadas al
reclutamiento de mercenarios y a la adquisición de armas.

Durante su entrenamiento en Afganistán, Shamil Basayev se vinculó con el
veterano comandante mujaidín saudita Al Khattab, quien luchó como
voluntario en Afganistán. Apenas unos meses después del retorno de Basayev
a Grosny, Khattab fue invitado (a principios de 1995) a instalar una base
militar en Chechenia para el entrenamiento de luchadores mujaidines. Según
la BBC, el puesto de Khattab en Chechenia fue "arreglado a través de la
Organización (Internacional) Islámica de Relief con sede en Arabia Saudita,
una organización militar religiosa fundada por mezquitas e individuos ricos
que canalizan fondos a Chechenia".26

Una ironía cruel

Desde la era de la guerra fría, Washington ha apoyado conscientemente a
Osama Bin Laden, y a la vez lo pone en la "lista de los más buscados" de la
FBI como el terrorista número uno del mundo.

Mientras los mujaidines están ocupados peleando en la guerra estadunidense
en los Balcanes y en la ex Unión Soviética, la FBI -operando como una
fuerza policiaca con sede en Estados Unidos- libra una guerra doméstica
contra el terrorismo, operando en algunos aspectos de manera independiente
a la CIA, que -desde la guerra soviético-afgana- ha apoyado el terrorismo
internacional a través de sus operaciones encubiertas.

En una ironía cruel, mientras a la jihad islámica -caracterizada por la
administración de Bush como "una amenaza a Estados Unidos"- se le culpa por
los asaltos terroristas sobre el World Trade Center y el Pentágono, estas
mismas organizaciones islámicas constituyen un instrumento central de las
operaciones de inteligencia y militares en los Balcanes y en la ex Unión
Soviética.

Tras los ataques terroristas en Nueva York y Washington, la verdad debe
prevalecer para prevenir que la administración de Bush y sus compañeros de
la OTAN se embarquen en una aventura militar que amenaza el futuro de la
humanidad.

* Profesor de la Universidad de Ottawa, Canadá. Autor de "La Globalización
de la Pobreza. Impactos de las reformas del FMI y el Banco Mundial", Red
del Tercer Mundo, Peanang, y Zed Books, Londres 1997. También colabora
regularmente en Le Monde Diplomatique, Revista del Sur, y otras
publicaciones.

* Artículo publicado en Masiosare, revista de La Jornada, México.
Traducción: Tania Molina Ramírez.

Notas

1 Davies, "Internacional: 'Informantes' señalan a Bin Laden; Washington en
alerta por los bombardeos suicidas", The Daily Telegraph, Londres, 24 de
agosto de 1998.

2 Ver Fred Halliday, "El gran juego de las Naciones Unidas: el país que
perdió la guerra fría, Afganistán", New Republic, 25 de marzo de 1996.

3 Ahmed Rashid, "El talibán: exportando extremismo", Foreign Affairs,
noviembre-diciembre 1999.

4 Steve Coll, Washington Post, 19 de julio de 1992.

5 Dilip Hiro, "Las consecuencias de la jihad afgana", Inter Press Services,
21 de noviembre de 1995.

6 Weekend Sunday (NPR); Eric Weiner, Ted Clark; 16 de agosto de 1998.

7 Ibid.

8 Dipankar Banerjee; "La posible conexión del ISI con la industria de la
droga", India Abroad, 2 de diciembre de 1994.

9 Ibid.

10 Ver Diego Cordovez y Selig Harrison, Fuera de Afganistán: la historia
desde dentro del retiro soviético, Oxford University Press, New York, 1995.
Ver también el repaso de Cordovez y Harrison en International Press
Services, 22 de agosto de 1995.

11 Alfred McCoy, "Las consecuencias de las drogas: la complicidad de la CIA
en el comercio de drogas". The Progressive, 1o. de agosto de 1997.

12 Ibid.

13 Ibid.

14 Douglas Keh, "El dinero de las drogas en un mundo cambiante", documento
técnico número 4, 1998, Viena UNDCP, p. 4. Ver también el Informe de 1999
de la Junta Internacional de Control de Narcóticos, E/INCB/1999/1
Publicación de las Naciones Unidas, Viena 1999, pp. 49-51, y Richard
Lapper, "Las Naciones Unidas temen un crecimiento del comercio de heroína",
Financial Times, 24 de febrero de 2000.

15 Informe del la Junta Internacional de Control de Narcóticos, op cit, p.
49-51. Ver también Richard Lapper, op cit.

16 International Press Services, 22 de agosto de 1995.

17 Ahmed Rashid, "El talibán: exportando extremismo", Foreign Affairs,
noviembre-diciembre 1999, p. 22.

18 Citado en The Christian Science Monitor, 3 de septiembre de 1998.

19 Tim McGirk, "Kabul aprende a vivir con sus barbudos conquistadores", The
Independent, Londres, 6 de noviembre de 1996.

20 Ver K. Subrahmanyam, "Pakistán persigue metas asiáticas", India Abroad,
3 de noviembre de 1995.

21 Levon Sevunts, "¿Quién está tirando línea?: El conflicto checheno
encuentra raíces islámicas en Afganistán y Pakistán", The Gazette,
Montreal, 26 de octubre de 1999.

22 Ibid.

23 Ibid.

24 Ver Vitaly Romanov y Viktor Yadukha, "El frente checheno se mueve a
Kosovo", Segodnia, Moscú, 23 de febrero de 2000.

25 The European, 13 de febrero de 1997. Ver también Itar-Tass, 4-5 de enero
de 2000.

26 BBC, 29 de septiembre de 1999


Fonte: CORREO DE PRENSA DE LA IV INTERNACIONAL


=================================================

Para mais informações: http://br.egroups.com/group/TrotskyDebate 
Assinar: [EMAIL PROTECTED] 

Assine também a lista gêmea Trotsky-Hoje
([EMAIL PROTECTED]) que distribui um boletim semanal
sobre a obra trotskyana e sobre o marxismo em geral.

_______________________________________________
Leninist-International mailing list
[EMAIL PROTECTED]
To change your options or unsubscribe go to:
http://lists.econ.utah.edu/mailman/listinfo/leninist-international

Reply via email to